Con 13 metros de largo, la cámara oculta de la cueva se mantuvo sellada durante 40,000 años y contiene restos de animales.
Una investigación encabezada por arqueólogos del Museo Nacional de Gibraltar descubrió una cámara oculta que fue habitada por neandertales y se mantuvo sellada durante los últimos 40,000 años.
El hallazgo ocurrió en la cueva de Vanguard, parte del Conjunto de cuevas de Gorham consideradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, uno de los últimos sitios habitados por neandertales antes de su desaparición de la faz de la Tierra.
Los primeros análisis revelaron que la cámara (ubicada al fondo de la cueva de Vanguard, a unos veinte metros sobre el nivel del mar) tiene 13 metros de largo y en la superficie se encontraron restos de fauna de la región, como linces, hienas y buitres. Además, las paredes están marcadas con distintos arañazos de una especie carnívora aún sin identificar.
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Aunque los restos animales no muestran señales de que fueron manipulados por algún homínido, evidencias como fogatas demuestran que el sitio fue ocupado por neandertales, una especie que en el pasado fue descrita como salvaje y más parecida a otros simios que a los humanos contemporáneos; sin embargo, los hallazgos más recientes revelan que eran más similares a nuestra especie de lo que creíamos:
Los neandertales eran capaces de manipular el fuego, realizar rituales funerarios, fabricar herramientas para cazar y hasta producir y percibir el habla humana. Y aunque se extinguieron hace unos 40,000 años en circunstancias aún debatidas por la ciencia, las coincidencias genéticas revelan que el mestizaje entre Homo sapiens y Neandertal fue intenso y dio paso a familias híbridas que dejaron una huella imborrable en el genoma del humano moderno.
El inicio de los trabajos de excavación en la cámara oculta revelará más detalles sobre el modo de vida de los neandertales justo antes de que su huella desapareciera repentinamente de Eurasia, al tiempo que el Homo sapiens se extendía en la región.
Los científicos buscan con especial énfasis restos de entierros funerarios, que confirmarían los indicios hallados en los últimos años de que otras especies humanas ya solían enterrar a sus difuntos y por lo tanto, no se trata de una invención propia del Homo sapiens.
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