Casi 2 mil huesos de diferentes animales fueron encontrados en una cueva remota de Arabia Saudita, recopilados por milenios por hienas hambrientas.
Estaban en pilas que parecían montañas. Fémures, cajas torácicas, cráneos de diferentes especies: todos fueron arrastrados por hienas prehistóricas a una cueva de Sarabia Saudita. Según la datación lograda por los paleontólogos involucrados en el estudio, al menos, los restos datan de hace 7 mil años. La pregunta que surgió entre los investigadores es cómo fue que llegaron ahí, en una de las cámaras más profundas de túneles formados por actividad volcánica. Esto es lo que encontraron.
Después de cenar
Según la cobertura de Smithsonian Magazine, entre los huesos se encontraron restos de caballos, camellos, roedores, ganado e incluso seres humanos. En total, se catalogaron 14 especies diferentes en las profundidades de los tubos de lava de Umm Jirsan, al noroeste de Arabia Saudita. Todo apunta que, después de miles de años de cenar ahí, diversas generaciones de hienas acumularon sus sobras.
Los resultados fueron publicados en Archaeological and Anthropological Sciences. Después de analizar los cortes y marcas de mordeduras, el autor principal Mathew Stewart, zooarqueólogo del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Alemania, destacó que esta especie «es una ávida acumuladora de huesos”. La práctica es común, incluso, desde sus ancestros antiguos.
En total, se recopilaron casi 1,917 huesos en el sitio. Dada la datación de los restos, los investigadores sugieren «un uso prolongado del sistema de tubos de lava por parte de los carnívoros», según el documento. Bajo la influencia del hambre y la necesidad de protegerse, es posible que las hienas llevasen ahí a sus presas después de cazarlas.
No es la primera vez que un comportamiento así se registra en especies prehistóricas. Por el contrario, parece tratarse de una práctica común entre los depredadores prehistóricos, que preferían cenar protegidos después de cazar. Este tipo de guaridas les ayudaban, además, para que sus crías comieran tranquilamente, sin el peligro de depredadores más grandes. Las montañas de huesos fueron consecuencia de ello.
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Un sistema común
Los cráneos mordidos de seres humanos fueron clave para determinar que, efectivamente, se trataba de hienas. La especie es famosa por hurgar en las tumbas para hacerse de los restos que puedan encontrar ahí. Además, comparten las mismas marcas de mordidas y residuos de jugos gástricos que los demás huesos.
De la misma manera, se sugiere que fueron varias familias las que reunieron estos restos a lo largo de los milenios. Generalmente, las hienas solitarias comen animales ya muertos. Por el contrario, cuando están en manadas nutridas, cazan. Es probable que este número de animales fueran sus presas, y los llevaran al refugio después de matarlos.
“Lo más sorprendente se reduce a lo bien conservado que está el material y la cantidad de material que hay», destaca Stewart a los medios, «dado que en Arabia Saudita no tenemos restos de fauna, en realidad”. Este nuevo hallazgo arroja nueva luz sobre la historia natural del país en la prehistoria, que parece ser radicalmente distinta al panorama que tenemos en la actualidad.
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