Lanzas, puntas de flecha y escondites de cacerías fueron encontrados como consecuencia del deshielo permafrost noruego.
Hace casi 2 milenios, el pico de la montaña Sandgrovskaret, en la actual Noruega, se escogió como un escondite de cacería. Los cazadores esperaban ahí a sus presas, a la asecha. Generalmente, buscaban renos y otros animales cornudos, que les pudieran proveer de la grasa corporal que necesitaban.
1,700 años más tarde, arqueólogos del glaciar encontraron las armas que se utilizaron para las jornadas de cacería, como consecuencia del deshielo del permafrost noruego. Entre ellas, destacaron 5 puntas de flecha hechas de metal, así como «40 persianas de caza construidas en piedra, que hacían a los cazadores ‘invisibles’ para los renos cercanos», según reporta Live Science.
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Tácticas de cacería milenarias
Originalmente, el sitio arqueológico del glaciar en la montaña Sandgrovskaret se encontró en 2013. Sin embargo, los científicos no pudieron regresar hasta 5 años más tarde, tas conducir una encuesta
Los hallazgos fueron realizados por el equipo de arqueólogos del Departamento de Patrimonio Cultural de Noruega. El director del Programa de Arqueología Glaciar, Lars Pilø, asegura que estos escondites le permitieron a los cazadores atacar a los renos con, al menos, 10 metros de distancia:
«Cuando el reno se había acercado a 10-20 metros [33 a 66 pies], el cazador se levantaba y comenzaba a disparar flechas», explica el arqueólogo en un comunicado.
Según la datación realizada por el equipo de Pilø, algunas de las armas fueron forjadas entre de los años 300 o 600 a.C. El líder del proyecto de investigación las describió como «un tipo raro que no se encontró en el hielo antes». En los alrededores, además, los investigadores encontraron pedazos de cuernos y otros huesos de renos, que seguramente murieron en manos de los cazadores antiguos.
Esto podría arrojar luz sobre las tácticas de cacería milenarias que se practicaban en Noruega en la época. A pesar del entusiasmo que generó el hallazgo de las armas en el permafrost, los científicos reconocen que es una consecuencia directa de la crisis climática global. Especialmente, por el avance acelerado del deshielo en Noruega que, según las cifras nacionales, incrementó en un 14 % con respecto a décadas pasadas.
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