Su extraña forma se debe a un evento que ocurrió hace 4.6 mil millones de años.
En el año y pico desde que la misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea se convirtió en la primera nave espacial en orbitar un cometa, la sonda ha hecho todo tipo de descubrimientos sobre el objeto conocido como Cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Por ejemplo, que su superficie es irregular en vez de lisa, como se esperaba y que está cubierto de compuestos oscuros y ricos en carbono, con una cantidad de hielo sorprendentemente escasa.
Lo que los científicos no han podido averiguar es cómo fue que el cometa adquirió su extraño aspecto de patito de hule. El cometa tiene dos lóbulos bulbosos: un ?cuerpo? mayor, como de 3 kilómetros de ancho y una ?cabeza? más pequeña, de aproximadamente 1.6 kilómetros de diámetro. ¿Acaso era un solo bulto tallado por la erosión hasta su forma actual, o se formó cuando dos cometas más pequeños chocaron y se quedaron pegados?
Por fin, un artículo publicado en línea el lunes pasado, en Nature, parece haber dado con la respuesta: el poderoso pato espacial es descendiente de dos objetos que chocaron.
El autor principal, Matteo Massironi, de la Universidad de Padua, Italia, informa que, inicialmente, los astrónomos vieron que un motón de material era expulsado del ?cuello? del cometa, sugiriendo que una erosión abundante en dicha región creó la forma peculiar de 67P. ?Pero muy pronto observamos actividad en todas partes, así que resulta que no hay exceso [de erosión] en el cuello respecto de otras zonas del cometa?.
Lo que terminó por convencer a Massironi y sus coautores de que 67P había sido, originalmente, dos cuerpos independientes, fue un minucioso análisis de lo que los científicos llaman ?terrazas?: capas bien definidas en el interior del cometa, las cuales quedaron expuestas por el desprendimiento parcial de las capas exteriores a lo largo de los 4.6 mil millones de años de vida de 67P. Tanto la cabeza como el cuerpo del cometa muestran evidencias de esas capas, las cuales también son visibles en las paredes de profundos pozos que parecen sumideros, detectados el invierno pasado por Rosetta.
Si esas capas estuvieran orientadas en la misma dirección ?como las de una cebolla esculpida para darle el aspecto de un pato de hule-, serían evidencia sólida para la teoría de la erosión. En cambio, una discrepancia en las capas sugeriría que las dos secciones del cometa vivieron separadas antes de juntarse.
No obstante, fue imposible determinar la orientación a simple vista. Así que los científicos usaron las imágenes de Rosetta para crear un modelo computarizado de las capas de 67P, hilvanando virtualmente los cuadros de las terrazas expuestas para visualizar cómo se conectaban bajo la superficie. Para ello, utilizaron el software que Massironi desarrolló para ayudar a mapear la ruta del Túnel de base del Brennero bajo los Alpes, el cual será el túnel ferroviario más largo del mundo.
El modelo computarizado confirmó las sospechas de los científicos. Las dos partes del cometa tienen capas similares. Sin embargo, las capas están orientadas de manera que rodean los núcleos de cada lóbulo, en vez del núcleo de lo que habría sido un solo cuerpo original.
Una colisión de alta velocidad entre dos objetos pequeños los habría destruido, por ello los científicos concluyen que el acontecimiento decisivo debió ser algo menos violento, tal vez un leve choque ocurrido durante las primeras etapas del sistema solar.
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