Abel Tasman tenía una convicción. Como un marinero experimentado de la Holanda de 1642, tenía amplios conocimientos de geología. Después de una vida en altamar, estaba seguro de que un vasto continente perdido se escondía en el sur del planeta. Antes de morir, se propuso a sí mismo encontrarlo.
Tasman falló en su cometido. El sur del planeta era un misterio difuso para los países europeos, que empezaban a emprender sus campañas de exploración. En ese momento, al territorio más austral de la Tierra se le conocía como Terra Australis, pero no se sabía qué existía ahí: nadie nunca había llegado.
El marinero holandés estaba convenido de que sería el primer hombre en llegar hasta allá, y efectivamente, llegó muy al sur. Zarpó desde Yakarta, en Indonesia, y alcanzó la Isla Sur de Nueva Zelanda. A los pocos días de llegar, su embarcación fue embestida por un grupo de maoríes. Algunos de sus tripulantes murieron.
Tras esa experiencia traumática, Tasman nombró al fatídico lugar «Bahía Moordenaers». Emprendió su viaje de regreso, y nunca logró pisar la tierra que había soñado conquistar. Nunca regresó. Nunca se imaginó que su suposición inquietaría a científicos serios tres siglos más tarde.
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En 2017, un equipo de geólogos descubrió Zealandia: un continente perdido que, según estimaron, llegó a medir 5 millones de kilómetros cuadrados.
Este hallazgo desmintió la idea errónea de que sólo existen 7 continentes. Resulta ser que hay uno más, que se encuentra 94 % por debajo del agua: sólo unas cuantas islas emergen al exterior, como Nueva Zelanda. Por esta razón, nunca antes se había tomado en cuenta como otra masa continental.
Parece que éste es el continente más joven y delgado del mundo. De acuerdo con Andy Tulloch, geólogo del Instituto de Investigación Crown de Nueva Zelanda GNS Science, «este es un ejemplo de cómo algo muy obvio puede tardar un tiempo en descubrirse».
Según los resultados de sus investigaciones, Zealandia se encuentra 2 kilómetros por debajo del mar. Por esta razón, siempre ha sido difícil de estudiar: diversos científicos en el pasado, posteriores a Tasman, intentaron encontrarlo sin éxito.
Durante décadas se supuso que Zealandia estaba sepultada bajo el mar porque era parte de un continente más grande. En ese caso, podría aumentar su tamaño hasta seis veces. Después de años de investigación, y con la ayuda de datos satelitales, se pudo ver claramente que este nuevo continente es una masa deformada casi tan grande como Australia.
Los geólogos que trabajaron con Tulloch determinaron que esta porción de tierra es efectivamente un continente independiente por el tipo de piedras que encontraron ahí. La mayor parte de ellas eran ígneas, metamórficas y sedimentarias, características de las masas continentales.
Aunque ya no es un misterio la existencia de Zealandia, todavía la circundan muchas preguntas sin resolver. Su origen, naturaleza sumergida, constitución física y extensión total siguen, literalmente, escondidas debajo de las olas.
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