Un software define si la persona está sorprendida, feliz o enojada; útil para campos como el de la seguridad.
¿Estará triste o feliz, enfadado o sorprendido? Lo que para la mayoría de personas es apreciable a primera vista, a los autistas les resulta extremadamente difícil de percibir. Muchos se ven obligados a aprender durante un largo proceso el significado de una sonrisa o un ceño fruncido. Pero un software diseñado por el instituto alemán Fraunhofer podría ayudarles mucho en esa tarea.
Insertado en unas gafas inteligentes, este programa no sólo distingue si la persona que está frente al usuario es un hombre o una mujer y su edad aproximada, sino que además es capaz de detectar las emociones. Así, ante una amplia sonrisa una raya roja apunta a la palabra "happy" (feliz). Y si la boca forma una O y los ojos están abiertos de par en par, la raya roja se desplaza hasta la palabra "surprised" (sorprendido).
Aunque no funciona a la perfección, el software "Shore" (sophisticated high speed object recognition engine) y otros programas similares sí consiguen transmitir con bastante exactitud al menos las llamadas emociones básicas, como el enfado, la tristeza, el miedo, la alegría, la sorpresa o el asco. "Los estudios demuestran que aciertan en el 90 por ciento de los casos", señala la investigadora berlinesa Isabel Dziobek. Y eso que las personas "pueden expresar en torno a 100 tipos de emociones con el rostro".
El equipo del Fraunhofer Institut de Erlangen, liderado por Jens Garbas, lleva cerca de diez años trabajando en el desarrollo de "Shore". El concepto en el que se basa el programa es el aprendizaje mecánico, y para ello lo han nutrido de más de 30,000 fotografías en las que se especifica el sexo de la persona, la posición de boca, nariz y ojos y la emoción que expresa su rostro.
Según Friedrich Nolte, de la asociación alemana para ayudar a las personas con autismo, el uso de unos lentes con este programa podría ser especialmente útil con desconocidos. "Si no se conoce a la persona, también es más difícil valorar sus sentimientos", explica. No obstante, el software tampoco es una panacea, pues según el experto lo ideal sería que pudiera entrenar a los autistas a que sean ellos mismos quienes detecten las emociones. "Aprender un idioma es mejor que tener al lado a un intérprete", señala.
Y en eso está trabajando Dziobek: con el software se puede practicar el reconocimiento de 40 tipos de emociones según las combinaciones de la parte superior e inferior del rostro. Las emociones son interpretadas por 70 actores en 8,000 secuencias de video y audio y, además de ayudar a personas autistas, podrían ser útiles para profesionales en sectores como aduanas, policía o sanidad, en los que resulta clave detectar emociones.
El software ya se utiliza con fines publicitarios y de investigación de mercado: gracias a él se puede saber cómo reaccionan el público ante un determinado spot o qué escenas se valoran de forma positiva o negativa.
También existen cámaras fotográficas que no disparan hasta detectar que la persona que tienen en frente sonríe, y hay tiendas que gracias a este software asociado a un aparato de videovigilancia saben si acuden más hombres o mujeres, qué edad tienen, a qué hora hay más o menos afluencia y cómo se mueve cada cual dentro del establecimiento.
"La mera valoración supone una intromisión menor que si los datos se archivaran", apunta Garbas. Además, desde hace tiempo el software se utiliza igualmente en robots con fines publicitarios que reaccionan ante el receptor del mensaje con preguntas como: "Tiene un aspecto triste. ¿Le cuento un chiste?" Y es que según el investigador, el "Shore" puede utilizarse "en cualquier lugar donde exista interacción entre personas y máquinas".
El reto ahora es afinar en la detección de emociones, distinguiendo por ejemplo si una sonrisa es falsa o realmente refleja felicidad. Cuando se trata de esto último, en torno a los ojos aparecen pequeñas arrugas y hay más músculos activos.