Siguiendo la popular teoría del origen africano, le debemos una enorme parte de nuestra estructura genética a los ancestros que emigraron de África. Un estudio publicado en Genome Biology and Evolution sugiere que el ser humano adoptó parte importante de su rutina diaria gracias a la genética neandertal y un proceso llamado introgresión.
La introgresión es un proceso de variación genética proveniente de una línea evolutiva diferente en la población de una especie mediante el apareamiento. En el caso del ser humano moderno la introgresión parte de diferentes linajes de homínidos como los Neandertales y Denisovanos.
De acuerdo con la publicación, gran parte de nuestros hábitos circadianos es gracias a ellos; es decir, de alguna forma nuestra concepción de los días de 24 horas y el descanso viene de decenas de miles de años atrás. Según la información recopilada por los especialistas, efectivamente, el dichoso reloj biológico existe.
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El estudio logra, a través al análisis de los cronotipos actuales, explicar la razón de algunas de las predisposiciones humanas más comunes. Por ejemplo, sugiere que no es una cuestión meramente educativa el hecho de que intuitivamente nos despertemos temprano o que percibamos a la noche como un momento apto para descansar.
«En los humanos actuales, la tendencia a ser matutino se correlaciona con un período acortado de los mecanismos del reloj circadiano en los individuos. Esta alineación temprana del sueño/vigilia con las señales de tiempo externas es consecuencia de un ritmo acelerado de la red génica circadiana», menciona la publicación.
Asimismo, la introgresión podría explicar cómo la adaptación a distintos entornos geográficos guarda una correlación con las actividades matutinas. Es decir, de acuerdo con la investigación, cuando los primeros homínidos migraron a otros continentes se encontraron con latitudes más altas y consecuentemente distintas variaciones de luz diurna. Consecuentemente, modificaron su estructura genética.
La genética no solo es capaz de explicar las razones por las que un ser humano hereda una enfermedad. Además, podemos gracias a ella comprender mejor nuestro estilo de vida actual, la forma en la que convivimos con el resto y sus consecuencias. Por ello, investigaciones como la de Genome Biology and Evolution resultan importantes.
«Estudiar cómo evolucionaron los humanos frente a presiones ambientales cambiantes es necesario para comprender la variación en los fenotipos actuales y los posibles compromisos que influyen en la propensión a diferentes enfermedades en entornos modernos», señala la publicación.
Finalmente, conocer la genética es también una oportunidad para perfeccionarla. Identificar las carencias de los entornos modernos y compararlas con cómo nuestros ancestros experimentaron cambios en sus códigos genéticos, puede conducirnos hacia un mejor estilo de vida y acercarnos a una explicación más certera sobre nuestro origen.
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