Un nuevo estudio pone en entredicho la hipótesis de que los habitantes de Pompeya murieron abrasados por la erupción del Vesubio.
En el año 79 de nuestra era, el monte Vesubio hizo erupción, dejando tras de sí una de las pruebas más impresionantes y antiguas de una catástrofe así. Los habitantes de Pompeya quedaron sepultados en las cenizas, pero esta ciudad romana no fue la única afectada: Herculano y Estabia se sumaron a la tragedia.
Desde hace años, muchas investigaciones se han realizado para conocer la magnitud y naturaleza del evento que acabó con la vida de miles de personas. Al respecto, la hipótesis más sólida sostenía que los habitantes de Pompeya sucumbieron abrasados al instante. Ahora, un nuevo estudio afirma que la asfixia fue la principal razón tras las pérdidas de estas vidas.
El equipo responsable de este trabajo, liderado por la Universidad de Valencia, decidió ahondar aún más en el asunto con el fin de desentrañar el misterio que, hasta el día de hoy, alimenta debates. Y es que, con un suceso de estas proporciones, muchos factores, como el calor extremo, los derrumbes o los gases tóxicos, son candidatos ideales para protagonizar la mayoría de las defunciones.
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Los especialistas en cuestión recurrieron a estudiar, por primera vez, los esqueletos de los habitantes de Pompeya con fluorescencia de rayos X. Gracias a este método, se concluyó que las víctimas de la erupción murieron a causa de la asfixia y no por ser abrasados.
“Cuando sus huesos sufrieron los efectos de las altas temperaturas por las olas piroclásticas y las corrientes de magma, las víctimas ya habían fallecido, probablemente por la inhalación de gases tóxicos”, menciona Llorenç Alapont, experto de la Universidad de Valencia.
Un nuevo método para un antiguo debate
La investigación alrededor de la erupción del Vesubio data de muchos años atrás. A finales del siglo XIX, por ejemplo, unos arqueólogos que excavaban en la ciudad inyectaron yeso en los espacios que habían sido ocupados por restos humanos. Esto dio como resultado modelos 3D de las personas que perecieron.
No obstante, los autores de la nueva investigación reconocen que los productos químicos del yeso corrompieron mucho del material de investigación, razón que hizo más difícil estudiar los restos. Derivado de esta complicación, los expertos recurrieron a una tecnología de fluorescencia de rayos X para determinar la composición elemental de los huesos.
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El estudio no descarta que otras razones estuvieran por detrás de las pérdidas humanas, ya que la catástrofe tuvo dos fases. La primera de ellas estaría definida por los derrumbes; la segunda por las masas de ceniza y lava. Es en esta última donde el gran porcentaje de decesos habría tenido lugar, considera la mayoría de los especialistas.
“Las víctimas, en su intento de huida, se asfixiaron muy rápidamente y también rápidamente fueron cubiertas de ceniza”, señala Gianni Gallello, autor principal.
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