Son tan viejos como la vida misma, pero los científicos son incapaces de determinar si están vivos. Los virus se inscriben en nuestro ADN, influyendo en la saga humana mediante la mutación y la resistencia.
Puesto que la pandemia del coronavirus obliga a los países a tomar medidas de confinamiento inéditas y amenaza el crecimiento económico mundial, conviene plantearse las siguientes preguntas: ¿qué es un virus? ¿de qué están hechos? ¿cuál es su origen?
Los virus seguramente se explican mejor a través de unas cifras alucinantes. Según Curtis Suttle, virólogo de la Universidad de British-Columbia, en Canadá, las propiedades físicas de los virus dificultan su comprensión. Para empezar, su pequeño tamaño.
Si cada virus presente en un cuerpo humano alcanzara el tamaño de una cabeza de alfiler, el adulto medio alcanzaría una altura de 150 km. En un estudio de 2018, Suttle descubrió que más de 800 millones de virus se depositaban en cada metro cuadrado de la Tierra cada día.
En una cuchara sopera de agua de mar, hay generalmente más virus que habitantes en Europa.
Un artículo publicado en 2011 en la revista Nature Microbiology estimaba que había más de un quintillón – un 1 seguido de 30 ceros – de virus en la Tierra. Si se colocaran uno al lado del otro, formarían una fila de 100 millones de años luz, es decir, 1,000 veces la longitud de la Vía Láctea.
Según Teri Shors, profesora de biología de la Universidad de Wisconsin Oshkosh y autora de varios libros sobre la materia, los virus pueden tratarse como «paquetes moleculares». «Estos envoltorios deben ser suficientemente pequeños para caber en el interior de una célula con el fin de provocar una infección», explica a la AFP. Como se trata esencialmente de cadenas de material genético contenidas en varias moléculas de proteínas, los virus ocupan un extraño lugar entre lo vivo y lo inerte.
Puesto que no tienen células y no producen energía mediante la respiración, una definición clave de los organismos vivos, muchos científicos los excluyen de esta categoría.
Sin embargo, una vez penetran en su huésped, los virus entran en actividad de una manera raramente vista en la naturaleza: piratean las células con nuevas instrucciones genéticas para replicarse a una velocidad vertiginosa.
Para Ed Rybicki, virólogo de la Universidad de El Cabo, son «tan un concepto como una cosa material».
Teri Shors los describ como «metabólicamente inactivos». «A menos que puedan penetrar en un cuerpo caliente y en el interior de una célula, los virus son inertes», explica esta científica.
Pero una vez que infecta su huésped, «el conjunto de la maquinaria celular se consagra por completo a la producción de descendientes virales», según Curtis Suttle.
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Con información de AFP.
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