El ADN de homínidos prehistóricos se puede rastrear, aún hoy, en el material genético de los seres humanos. Ésta es la razón.
No hay seres humanos ‘pura sangre’. A diferencia de lo que ciertas doctrinas y , los Homo sapiens sapiens (como se conoce a nuestra especie) conserva el ADN de 5 tipos diferentes homínidos prehistóricos.
Esta herencia genética no sólo arroja luz sobre nuestro árbol evolutivo, sino de el mestizaje que habido entre diferentes especies de humanos a lo largo de millones de años. La evidencia está en la forma de nuestras manos. Ésta es la razón.
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Todo está en las extremidades del cuerpo
A nivel evolutivo, explica la genetista Alice Clement, de Flinders University (Australia), una de las transformaciones más importantes fue que los animales pasaran a tener 4 extremidades. Es decir, dos brazos y dos piernas, con dedos en los extremos. Esta condición no se limitó a los seres vivos terrestres, sino que también a aquellos que viven bajo el agua.
Así lo revela el fósil de un espécimen articulado, de poco más de metro y medio de largo, que se encontró en Canadá recientemente. De acuerdo con Clement, ya tenía 4 dedos funcionales en cada aleta:
«La tomografía computarizada de alta energía revela que el esqueleto de la aleta pectoral tiene cuatro filas proximodistales de radiales (dos de las cuales incluyen carpianos ramificados), así como dos filas distales que están organizadas como dígitos y dígitos putativos», escribe la autora en el estudio.
Por ello, la especialista piensa que los primeros rastros de manos que existen aparecieron en el agua, como aletas. Después de millones de años, incluso algunas especies de ballenas contemporáneas conservan la misma formación esquelética en las extremidades.
Pero, ¿qué tiene que ver esto con el ADN de homínidos antiguos que conservamos los humanos de hoy? En palabras de Clement, «tenemos que ir paso a paso«.
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Hasta los huesos
Para la genetista australiana, la habilidad de caminar sobre dos patas fue definitoria para el futuro de nuestra especie. En gran medida, porque definió la estructura ósea de los homínidos y la manera en la que se articulaban para poder moverse:
«Casi todas las partes de nuestro esqueleto se vieron afectadas por el cambio de caminar a cuatro patas a estar de pie», escribe la autora para The Conversation. «Estas adaptaciones incluyen la alineación y el tamaño de los huesos del pie, los huesos de la cadera, las rodillas, las piernas y la columna vertebral».
Poco tiempo después de que los homínidos empezaron a caminar erguidos, el tamaño de su cerebro estalló. No que haya explotado literalmente, sino que aumentó significativamente sus dimensiones. Esto propulsó un desarrollo inusitado de las artes, la cultura, el lenguaje y la experiencia espiritual de los homínidos. Algo de ese ADN nos acompaña hasta la actualidad.
Sin embargo, el desarrollo de extremidades, columna vertebral y dientes en los homínidos no pudo haber sido posible sin el camino evolutivo de otras especies. Incluso, aquellas que en la actualidad parece que no tienen nada que ver con los seres humanos. Sin el desarrollo de una espina en los peces antiguos, nuestras articulaciones sencillamente no hubieran existido, concluye Clement.
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