Un océano global se oculta en el interior de Encélado, satélite de Saturno que despide agua salada. Y es una gran noticia para cazadores de alienígenas en busca de una incubadora extraterrestre de lista A.
Después de revisar más de siete años de información recogida por la sonda Cassini de la NASA, los científicos trazaron los datos a mano y hallaron que Encélado se bambolea discretamente al orbitar Saturno. Aunque muy ligero, el bamboleo es enorme para una luna cuyo interior es totalmente sólido: por ello, el fenómeno se explica mejor si toda la corteza se encuentra en contacto con líquido, informó el equipo recientemente en la revista Icarus.
“Si la corteza y el núcleo estuvieran conectados rígidamente, el núcleo proporcionaría tanto peso muerto que el bamboleo sería mucho menor del observado”, dijo Matthew Tiscareno, del Instituto SETI, en una declaración. “Por consiguiente, debe haber una capa global de líquido que separa la superficie del núcleo”.
El estudio es contundente, afirmó Bill McKinnon de la Universidad Washington en St. Louis. Agrega que una investigación anterior, fundamentada en un conjunto de datos gravitacionales recogidos por Cassini, respalda el hallazgo y sugiere que el océano global es la mejor manera de explicar algunas características de Encélado.
En la lista de observación
Con géiseres que expulsan al espacio agua salada y moléculas orgánicas, los astrobiólogos pusieron a Encélado en (o cerca de) el primer lugar de su lista de candidatos para una visita de Cassini en 2005, cuando la sonda detectó las columnas de vapor por primera vez.
“Estamos buscando océanos con agua líquida, ricos en elementos químicos y que hayan existido desde hace mucho”, informa el astrobiólogo Kevin Hand del Laboratorio de Propulsión a Chorro.
Pero en Encélado no había muchas evidencias de un reservorio antiguo capaz de generar las columnas de vapor. Las primeras teorías sugerían la presencia de un pequeño mar regional, posiblemente creado por un impacto, aunque tal vez demasiado reciente para permitir que evolucionara la vida.
En cambio, un océano global sería estable y lo bastante antiguo para propiciar el desarrollo de microbios alienígenas. “Es muy difícil explicar un océano global como un acontecimiento de corta duración”, dice Hand. “Y eso es una buena noticia para la habitabilidad”.
Un mundo misterioso
Encélado se suma ahora a una colección de mundos célebres con cortezas heladas que encapsulan mantos oceánicos, incluidos Europa y Ganímedes, satélites de Júpiter.
No se sabe cuán profundo es el océano de Encélado, cuánto calor genera ni porqué la corteza de su polo sur (solo el polo sur) es lo bastante delgada para que los géiseres puedan perforarla.
“¿Acaso el fondo marino es activo en el sur, pero no en el norte?”, cuestiona Hand. “Los secretos del océano y la geofísica están ocultos bajo la corteza de hielo”.
Es posible que obtengamos más respuestas de la sonda Cassini, que seguirá estudiando el sistema saturnino durante 2017, antes de lanzarse hacia el gigante anillado. Su siguiente acercamiento a Encélado ocurrirá en octubre y después sobrevolará el mundo congelado de 500 kilómetros de ancho en diciembre.
Mientras la nave se adentra en el espacio y se aproxima a otros pequeños mundos helados, se hace cada vez más evidente que no hemos entendido el funcionamiento de esos cuerpos, desde el suave y hoyoso Ceres en el cinturón de asteroides, hasta el siempre intrigante planeta enano Plutón, en el límite del sistema solar. Tal vez, con un poco de suerte, en las próximas décadas habrá una flota de naves espaciales explorando esos y otros mundos alienígenas, descubriendo sus secretos y enviándonos postales extraterrestres.