El antiguo santuario de “Dominican St. Jude”en la calle de St. Denis en Montreal se ha transformado en un gimnasio. Las pesas actualmente llenan el espacio donde antes había bancas, y las personas toman bebidas nutricionales en vez del vino de la comunión.
Hoy en día en Canadá se vive una época en que las personas asisten más al gimnasio que a misa los domingos. La transformación de la iglesia “Dominican St. Jude” fue un ejemplo para preservar los edificios religiosos que constituyen una parte importante del patrimonio arquitectónico de este país en América del Norte.
“El Consejo del Patrimonio Religioso de Quebec” se creó en 1995 con la misión de reparar las iglesias de la provincia. Esto era porque las parroquias estaban teniendo dificultades para pagar las reparaciones, por lo que el consejo identificó los edificios con mayor valor patrimonial y subsidió su mantenimiento.
«“El problema ha cambiado», dijo Denis Boucher, que forma parte del Consejo. «Hoy hablamos mucho más sobre cómo encontrar usos para las iglesias«. El Consejo buscar ayudar a organizaciones sin fines de lucro e incluso a propietarios privados que buscan transformar antiguos recintos sagrados.
«Una iglesia cierra todas las semanas. Es un gran fenómeno», declaró Boucher. «Todos deben hacer un compromiso para que los edificios encuentren una vida útil en la sociedad y sigan transmitiendo su importancia histórica».
Otra transformación exitosa fue el Théatre Paradoxe en Montreal, que en el pasado era la “Église Notre-Dame-du-Perpétuel-Secours” de casi 100 años y tuvo que cerrar en el 2009. Con un costo de 2.7 millones de dólares, la remodelación mantuvo la parte exterior de la iglesia y gran parte de su interior.
La madera de los confesionarios se reutilizaron para hacer el bar.
Por otro lado, la iglesia local en Sainte-Élizabeth-de-Warwick, un poblado de 400 habitantes en la provincia de Quebec, fue transformada en una compañía de queso. Los nuevos propietarios decidieron conservar una pequeña capilla para la comunidad.
Jean Morin, propietario de La Fromagerie du Presbytere, quien adquirió la iglesia por un dólar, invirtió 1.2 millones de dólares para renovarla y desde entonces ha ganado el Grand Prix del Queso Canadiense. Él mencionó que esta transformación del recinto salvó el edificio para futuras generaciones.
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Vía: National Post
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