En Mahahual se han ubicado restos de estructuras habitacionales y pozos naturales y artificiales, delimitado de una aldea posclásica.
Entre el manglar y la selva, expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) registraron un asentamiento prehispánico que dataría del periodo Posclásico maya (1200-1546 d.C.). Asimismo, representa el primero de esa temporalidad detectado en Mahahual, que está ubicado en la costa oriental de la península de Yucatán.
El pueblo antiguo denominado, por los especialistas del Centro INAH Quintana Roo, como Mahahual, tiene como particularidad la cercanía con la costa caribeña, de allí que, aunado al hecho de que todas las estructuras localizadas hasta el momento son de carácter habitacional o de abastecimiento de agua, se teoriza que la vocación fundamental de quienes lo habitaron fue la pesca y la agricultura.
No obstante, apunta el arqueólogo Fernando Cortés de Brasdefer, se buscará continuar el trabajo de investigación en el lugar para hallar indicios de espacios de élite o de algún centro ritual o cívico-religioso, en razón de que el área prospectada en la primera etapa del estudio, fue de 1.5 kilómetros de largo por 450 metros de ancho.
“El asentamiento tiene hasta ahora la forma de una red heterogénea en el plano, es decir, la conformación de su entretejido la constituyen predios familiares que daban origen a un extenso pueblo altamente organizado”.
Así, explica, lo que los pobladores actuales de Mahahual creyeron que eran albarradas de origen natural.
Sin embargo, en realidad son construcciones que delimitaban predios en cuyo interior existían huertos y “pequeñas casas de bajareque construidas sobre plataformas de piedra caliza, con estructuras de madera y palma de guano, iguales a las casas tradicionales edificadas por los mayas contemporáneos”.
Los recorridos en superficie hechos por los arqueólogos, a solicitud de un particular, dueño del terreno en el que se plantea realizar un proyecto de desarrollo turístico, revelan al día de hoy un estimado de 80 estructuras: vestigios habitacionales, en su mayoría; ‘aguadas’, recipientes artificiales para colectar el vital líquido; y ‘sartenejas’, pozos naturales que los perforaban en sus fondos para llegar hasta el nivel freático.
La región en la que se ubica el sitio arqueológico también alberga cenotes, cuevas y grutas.
Asimismo, cuenta con diversos elementos que con el paso del tiempo se han depositado en ella. Un ejemplo son los restos de una caldera metálica, la cual se calcula data de la época porfiriana.
Ello podría explicarse aduciendo a que el sitio se ocupó durante un tiempo generacional relativamente breve, en el Posclásico.
Otra particularidad de Mahahual es que, en la referida primera etapa de recorridos superficiales, no se localizaron objetos adicionales como restos cerámicos, de piedra (líticos) o elementos óseos.
Por ahora, los investigadores del Centro INAH Quintana Roo continúan con la investigación en gabinete y el desarrollo de los informes que serán entregados al Consejo de Arqueología del Instituto.
Fernando Cortés concluye que, si bien Mahahual no es un sitio con grandes estructuras rituales, sí es importante en la medida que aporta nuevos datos para conocer hasta qué geografías de la Costa Oriental de la península yucateca, muy cerca de la frontera con Belice, se extendieron los poblados mayas precortesianos con las características mencionadas.
“Sabemos poco de la forma de vida de quienes habitaron esta región; sin embargo, esta prospección nos revela que podrían haber sido agricultores que complementaban su dieta con la pesca. Además, su acceso directo al mar les habría dado ventajas para intercambiar productos comerciales con otros pueblos costeros y de tierra adentro”, finalizó.
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Este artículo es una recopilación de material publicado previamente por el INAH.