A partir de la datación de restos fecales mayas, se estima que la ciudad antigua de Itzán fue fundada 650 años antes de lo que se creía y que fue sensible al cambio climático.
Hay poco material que ofrezca tanta información como los restos fecales. Además de conservarse casi intactos la mayor parte de las veces, permiten una mirada hacia qué comían las personas, dónde llevaban a cabo sus asuntos íntimos, y cómo se desarrollaba la vida de quienes produjeron esa materia prima. El hallazgo reciente de fragmentos de heces en Centroamérica, por tanto, aporta nueva información sobre la configuración social de la ciudad perdida de Itzán, gobernada por los mayas.
Fragmentos de productos metabólicos
Según el estudio realizado sobre los restos, la población local se ha modificado sustancialmente a partir del cambio climático contemporáneo en comparación a como estaba configurada durante el primer siglo antes de nuestra era.
Los científicos se centraron en la variación de densidad poblacional en periodos diametralmente distintos: particularmente secos, y en el otro extremo, muy húmedos. Estos espacios de tiempo no se habían documentado nunca antes: 1350-950 a. C., 400-210 a. C., 90-280 d. C. y 730-900 d. C —todo a partir de fragmentos de heces humanas.
El material fue encontrado en pilas aplanadas en la antigua ciudad de Itzán, en la actual Guatemala. A partir del mismo, los arqueólogos se han planteado una mirada diferente con respecto a los vestigios que ya se habían identificado en la zona. Con una nueva datación de los restos, se estima que fue fundada 650 años antes de lo que se pensaba originalmente.
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Mirar Itzán con nuevos ojos
La investigación no se limitó a la fundación de la ciudad antigua. Por el contrario, con el registro de concentración de etanol en las heces, los científicos se pueden dar una idea de cuántas personas habitaron Itzán en diferentes periodos de la historia. Una vez obtenida esta cifra, la información se cruzó con los registros históricos y arqueológicos que ya existían de la región.
Al compararlos con los cambios climatológicos registrados a lo largo del tiempo, los investigadores se percataron de que la concentración de personas que habitaron Itzán varió según la cantidad de lluvia que ha cubierto la ciudad a lo largo de los siglos. La abundancia, exceso o carencia de precipitación incidió directamente en el número de personas vivieron ahí, según la investigación publicada en Quaternary Science Reviews.
Por esta razón, explica el biogeoquímico Peter Douglas, de la Universidad McGill, se puede determinar el impacto del cambio climático en ciudades similares. «Es importante para la sociedad en general saber que hubo civilizaciones antes que nosotros que se vieron afectadas y se adaptaron al cambio climático», dice el experto. El estudio es concluyente: el vínculo entre las variaciones ecológicas y la densidad de población es estrecho, ya que el sostén de las civilizaciones radica, en gran medida, en que puedan seguir ocupando la tierra que les da forma.
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