En las profundidades del mar del norte, hace un par de años, un equipo de buzos se encontró con una serie de objetos que no pudieron explicar. Gigantescos, gelatinosos y blanquecinos, los describieron como globos marinos, con una consistencia y textura extrañas. Con poco más de un metro de ancho, una línea oscura los atravesaba por la mitad. Hasta hoy, la ciencia tiene una respuesta contundente sobre su naturaleza misteriosa.
Cerca de un centenar de globos marinos se detectaron en las inmediaciones de las costas occidentales de Noruega. Desde 1985, en el Mar Mediterráneo también se han avistado. No fue hasta casi 4 décadas más tarde, que la ciencia finalmente logró entender su naturaleza. A partir de un análisis genético, los investigadores se dieron cuenta de que pertenecían a una especie específica de calamar: el Illex coindetii.
Esta especie es bastante común. Sin embargo, nunca antes se habían relacionado a estas masas gelatinosas con su proceso reproductivo. De acuerdo con un artículo publicado en Scientific Reports, cada globo podría contener cientos de miles de huevecillos diminutos. Cuando alcanzan su punto de maduración, la capa de mucosa que recubre a los globos se desintegra poco a poco.
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Ya que los globos marinos son muy escasos, no se habían podido concretar investigaciones profundas al respecto. Según el autor principal del estudio, Halldis Ringvold, gerente de la organización de zoología marina Sea Snack Norway, este descubrimiento arroja nueva luz sobre la reproducción de los calamares:
«También pudimos ver qué hay dentro de la esfera real, mostrando embriones de calamar en cuatro etapas diferentes», señaló el experto. «Además, pudimos seguir cómo la esfera realmente cambia de consistencia, de firme y transparente a rota y opaca, a medida que se desarrollan los embriones».
El equipo de Ringvold tomó muestras del tejido de los globos marinos para analizar su composición química y estructura de ADN. Con esto, se dieron cuenta de que, al interior, había cientos de miles de embriones de Illex coindetii. No sólo eso: los huevecillos se encontraban en distintas etapas de desarrollo.
Por esta razón, la consistencia y densidad de las masas mucosas cambia a lo largo del tiempo. Eventualmente estallan, dando paso a que los nuevos calamares se diseminen en el espacio. De esta manera, empiezan su vida después de haber madurado en una especie de placenta natural exógena.
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