Por cielo, mar y tierra, Quebec es un destino ideal para disfrutar al máximo el clima y paisaje del verano.
No queda duda alguna de que Quebec es uno de esos destinos que se pueden visitar prácticamente en cualquier mes y época del año, sin embargo, las actividades que puedes realizar en el verano lo convierten en uno de los favoritos para vivir unas vacaciones perfectas.
Para los aventureros que quieren alejarse del frío y las temperaturas bajo cero, la provincia más oriental de Canadá presume encantos naturales y urbanos para experimentar la joie de vivre québécois desde una perspectiva distinta, imperdible e inolvidable.
Esta es nuestra guía 360 para explorar Las Laurentinas y Montreal más allá de lo convencional: por cielo, mar y tierra.
Una dosis de naturaleza y adrenalina extrema
En el norte de Montreal, y a menos de una hora en automóvil desde el aeropuerto Pierre Elliott Trudeau, se encuentran Las Laurentinas, una región con 22 mil kilómetros cuadrados, que posee imponentes montañas, lagos, ríos y villas ansiosas por ser exploradas.
Así, la primera aventura en la lista se encuentra sobre la Ruta 117, donde una vereda custodiada por árboles y follaje espeso te conducirá hacia Auberge du Lac Morency, en el municipio de Saint-Hippolyte, un lodge rústico y acogedor que, además de hospedaje, ofrece actividades al aire libre espectaculares, como una exploración montañosa en jeep por caminos empedrados y profundas fosas de lodo hasta llegar a un mirador natural que regala una panorámica del lago Morency y su peculiar forma de pez que lo hacen tan famoso.
¿Alguna vez te has preguntado qué hacen los husky siberianos durante el verano, cuando no jalan trineos en la nieve? En esta región también puedes visitar un campamento que alberga más de 100 ejemplares de estos adorables perros, que en los meses más calurosos del año sirven como motor para el canicross, un tipo de senderismo donde no eres tú quien pasea al perro sino el cánido a ti.
Por otro lado, a la par de la aventura en Auberge du Lac Morency también puedes apreciar la gastronomía local en el restaurante Chez Hippolyte, donde el chef francés Vincent Goulet prepara platillos deliciosos con ingredientes frescos, como el pulpo asado sobre una cama de polenta, chorizo acompañado con puré de tomate y blackfish, un pescado de agua dulce con guarnición de tomates cherry y espárragos. Para chuparse los dedos.
Además, para completar esta experiencia gastronómica única, su cava cuenta con más de 700 vinos tintos, blancos y espumosos de todo el mundo.
Un poco más hacia el norte del lago Morency se encuentra Val-David, un poblado de 5,000 habitantes que se destaca por su ambiente artístico y los hermosos escenarios naturales para explorar.
Súbete a una bicicleta alquilada en À L’Abordage y recorre l’Église, la avenida principal con su gran oferta de restaurantes de alta cocina, galerías de arte, boutiques hippies, una iglesia transformada en oficinas, comercios y construcciones de principios del siglo XX hasta llegar a Le P’tit Train du Nord, una antigua vía férrea de 232 kilómetros que hoy es el sendero más popular de Quebec, donde ciclistas, corredores y esquiadores de fondo se reúnen en busca de aventura.
Le P’tit Train du Nord también pasa por Mont-Tremblant, el parque nacional y resort de esquí más popular de Las Laurentinas, y que durante el verano se puede apreciar desde distintas perspectivas, muy distintas, pero igual de espectaculares.
Recórrelo con ayuda de las famosas e-fatbikes –bicicletas con llantas gruesas y un motor eléctrico que ayuda a aumentar la velocidad– de D-Tour pedaleando por la villa al margen de los hermosos edificios de techos coloridos que rodean el lago Tremblant.
Disfruta la vista de embarcaciones turísticas y pesqueras a lo largo del agitado río du Diable, entre colinas y senderos plagados de abedules, arces, abetos y otros árboles boreales.
Pero si lo tuyo son las emociones extremas, te encantará saber que los tours para explorar este resort no se limitan al suelo. Atrévete a sobrevolar la zona a bordo de un helicóptero Robinson para tener una vista única con las imágenes que se despliegan a 110 metros de altura, un epítome visual de la belleza en esta zona y una experiencia que no puedes dejar pasar.
Respecto a tu hospedaje, a lo largo de Las Laurentinas encuentras lugares acogedores perfectos para conectarte con la naturaleza y olvidarte un rato de la tecnología. Entre estos se encuentra Village Windigo, ubicado a orillas del embalse de Baskatong, en el municipio de Ferme-Neuve, donde encontrarás desde chalets, cabañas y departamentos dúplex, hasta habitaciones burbuja de techos transparentes para descansar bajo miles de estrellas en un cielo despejado como ninguno.
En el cercano parque regional Montagne du Diable, hogar de ardillas, castores, alces y venados cola blanca, no olvides hacer una parada para visitar las cascadas de Windigo, una resbaladilla natural con 50 metros de altura donde los más pequeños se divierten por horas al deslizarse una y otra vez.
Pero si prefieres mantenerte seco y disfrutar del espectáculo natural, opta por dar un paseo en canoa, paddle board o kayak, así como senderismo y ciclismo de montaña.
Otro de los alojamientos y destinos de aventura preferidos por los trotamundos que visitan esta región es Rabaska Lodge, donde el propietario Martin Gamache te recibirá con un whisky canadiense que, definitivamente te caerá muy bien para relajar el cuerpo y prepararte para la siguiente gran aventura.
Planea un hidroavión Beaver, de Air Mont-Laurier sobre lagos, ríos y las más de 160 islas de esta reserva natural con 320 kilómetros cuadrados. A esta altura, cercana a los 200 metros, la actividad humana es imperceptible, y las formas y colores de la naturaleza inacabables.
Si buscas algo más tranquilo, siempre puedes practicar pesca y paseos en cuatrimotos y embarcaciones motorizadas. Después de navegar, te sugerimos atracar sobre la arena en una playa cercana y relajarte un poco disfrutando la naturaleza.
Antes de despedirte de Las Laurentinas, consiéntete con una cena para degustar de los mariscos y la cerveza local, el cierre perfecto para continuar tu aventura de 290 kilómetros para llegar a Montreal.
De festivales, cenas casuales y encantos citadinos
No hay mejor manera de conocer una ciudad que caminando. Y si hay un lugar que cuenta con una vasta oferta de tours personalizados, es Montreal.
La compañía de Dany Pavlopoulos, por ejemplo te lleva a recorrer Mile-End, un barrio bohemio donde la producción y consumo de cerveza artesanal está ganando popularidad.
Así que el recorrido comienza en la cervecería Dieu du Ciel, donde se encuentra la mítica Péché Mortel, una stout imperial sabor a café y con 9.5 grados de alcohol, que la convierten en la estrella de este establecimiento famoso desde hace más de 20 años.
Después de complacer al paladar, dirígete al cuadrante de los artistas, donde viejas construcciones industriales han dado paso a galerías, talleres y oficinas dedicadas al trabajo creativo.
No olvides detenerte en el número 5455 de la avenida Gaspé que alberga el Musée Romeo’s, un proyecto de arte urbano en el que artistas de todo el mundo intervienen edificios para dales un aspecto más atractivo.
Un punto imperdible es Aire Commune, un coworking al aire libre abierto de mayo a septiembre, con mesas de trabajo, internet gratuito, cafetería, bar y restaurante, también sede de numerosos eventos culturales perfectos para disfrutar de día y noche gracias al clima caluroso de verano.
Otro de los favoritos es Alexandraplaz, un bar pop-up ubicado en un garaje particular del distrito Rosemont-La Petite-Patrie; que las noches se transforma en un mercado de gran afluencia, la mejor razón para visitarlo.
Las cenas casuales y gourmet son tendencia. El restaurante Manitoba es un buen ejemplo de ello. Escondido en el límite del barrio residencial Pequeña Italia, el chef Simon Mathys ofrece platillos muy singulares preparados frente a tus ojos, como pequeños filetes de foca (de caza responsable) servidos con semillas de alforfón, artemisa y romero silvestre. El sabor intenso de la carne semicruda se compensa con las plantas aromáticas que la acompañan; una experiencia tan inesperada como placentera.
El escenario de Montreal es uno de día y otro de noche, por lo que dar un paseo nocturno regala otra cara de la ciudad repleta de terrazas, comercios, bares y centros con grafitis en sus muros y luces de colores. Mientras para unos el día acaba, para otros apenas comienza.
Por la mañana, una caminata matutina de no más de 20 minutos te llevará al Viejo Puerto de Montreal, pero si lo prefieres, también puedes viajar en subterráneo donde cada una de las 68 estaciones de este medio de transporte fue diseñada por un arquitecto distinto y conectan a sus usuarios con más de 30 kilómetros peatonales repletos de negocios y entretenimiento, como pianos, mesas de ping-pong y juegos de destreza públicos.
En la estación Champ-De-Mars podrás visitar uno de los sitios más icónicos de la ciudad, la Grande Roue de Montreal. A 60 metros de altura, cada una de las 42 cabinas de esta noria cuenta con ventanales panorámicos que te obsequian vistas únicas del río San Lorenzo y el Viejo Puerto. Un recorrido de 20 minutos que nosotros catalogamos como imperdible.
Una vez de vuelta en tierra firme, tu siguiente punto es la basílica de Notre-Dame, una construcción de estilo neogótico inspirada en la Santa Capilla de la Isla de la Cité, en París. El azul de sus muros y sus columnas tapizadas con diversos motivos dorados la hace impresionante y una de las atracciones turísticas más importantes de la ciudad.
Si te has cansado de caminar, ¿qué te parece un paseo en las motonetas eléctricas de DYAD? Parte de la isla Santa Elena y cruza el puente Jacques Cartier para llegar a la Biosphére, el pabellón de Estados Unidos en la Exposición Universal de 1967; hoy día, esta mega estructura geodésica alberga un museo dedicado al agua y al medio ambiente.
Continúa por el parque Jean-Drapeau hasta la isla vecina de Notre-Dame, entra al circuito de carreras Gilles-Villeneuve y no te olvides de visitar Habitat 67, el complejo habitacional brutalista diseñado por el arquitecto israelí-canadiense Moshe Safdie, convertido en un ícono del lugar.
Además del famoso Festival Internacional de Jazz, el verano también trae decenas de eventos que invaden las calles como Just for Laughs, un show con los mejores comediantes del país.
Y para terminar la aventura por Quebec, un recorrido por el río San Lorenzo a bordo de una
embarcación de Le Petit Navire, para pasar el último día rodeado por la naturaleza. ¿Y para comer? Un festín en Olive et Gourmando, donde probarás los panini de queso asado más crujientes de la provincia.
Otra propuesta sería visitar Pointe-à-Callière, que hoy día es un museo de historia y arqueología y el lugar perfecto para experimentar PY1, una pirámide con proyecciones multimedia y música electrónica a cargo de Guy Laliberté, fundador del Cirque du Soleil.
Para terminar esta jornada, en Village au Pied-du-Courant podrás gozar el espectáculo de la noche: L’International des Feux Loto Québec, un concurso anual de fuegos pirotécnicos. En punto de las 10:00 pm, miles de luces de colores lanzadas desde La Ronde, el parque de atracciones de la ciudad, iluminarán el cielo con bengalas, candelas y bombas que celebran la llegada del hombre a la Luna.
A la par de este espectáculo ininterrumpido se escuchan los hits de artistas que marcaron aquella década, como David Bowie, The Doors, The Beatles, Rolling Stones, Janis Joplin y The Mamas and The Papas.
Planea bien tu viaje y no dejes de visitar ninguna de las atracciones que te presentamos en este tour virtual que te dará una nueva idea de lo que pensabas sobre el frío Quebec. Después, habrá que ver todo lo que el invierno tiene para ofrecer, pero esa… esa es otra historia.
FOTOGRAFÍAS DE VIRGILIO VALDÉS