¿Tomarías un vaso de agua tratada? Las aguas residuales que pasan por procesos químicos y biológicos son aptas para todo tipo de usos y, en muchos casos, hasta para consumo humano.
El 80 % del agua residual mundial se vierte al medioambiente sin recibir un tratamiento adecuado y sin ser reaprovechada, según el Banco Mundial. Ante la escasez de agua que enfrentan varios países, el agua tratada podría reemplazar al agua dulce para actividades como el riego, procesos industriales, actividades de limpieza, fines recreativos y, en procesos más avanzados, para el consumo humano.
Según el informe de 2020, el agua residual representa un valioso recurso del cual se pueden recuperar varios elementos, como agua limpia, energía y nutrientes. Actualmente, existen diversos mecanismos para dar tratamientos a las aguas negras, constituidas por residuos humanos; aguas grises, de tinas, duchas y lavamanos; y aguas negras industriales, que mezclan aguas residuales y aguas negras de descargas.
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¿El agua tratada sirve para consumo humano?
El agua tratada es agua sometida a un proceso que elimina características no deseadas. El tratamiento varía según el uso previsto y las propiedades iniciales. El agua que ingresa a las plantas experimenta procesos físicos, químicos y biológicos para eliminar residuos sólidos y contaminantes. También se puede quitar el olor y el color amarillento.
El proceso asegura la descontaminación, permitiendo su reutilización en actividades que no requieran agua de primera calidad. Sin embargo, este tratamiento no siempre la hace apta para el consumo humano. Para obtener agua potable, se requiere un proceso más complejo y más extenso, que garantiza la purificación del líquido, aunque el principal obstáculo para su consumo es la resistencia de la población para llevar a su mesa este tipo de agua.
«En la región de América Latina y el Caribe solo se trata entre el 30 % y el 40 % del agua residual recolectada, lo que tiene un impacto negativo tanto en la salud humana como en el medioambiente», menciona el reporte del Banco Mundial.
A grandes rasgos, el agua residual para convertirse en tratada pasa por un proceso que implica un filtro de sólidos, filtro de degradación biológico y separación de grasas, eliminación de malos olores y contaminantes. Además pasa por un proceso de perfeccionamiento, este último implica cloración y otros procesos descontaminantes.
El tratamiento de aguas residuales con alta carga orgánica puede generar biogás, el cual puede emplearse para producir electricidad o calor. También es crucial identificar el tipo de tratamiento para cada tipo de agua, ya que las plantas reciben desde desechos domésticos, industriales, de la ganadería y empresas farmacéuticas.
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Diferencia entre agua potable y agua tratada
El agua tratada y el agua potable difieren en su nivel de purificación y adecuación para el consumo humano. El agua tratada es sometida a procesos que eliminan impurezas y contaminantes, permitiendo su reutilización en diversas actividades, pero no necesariamente cumple con los estándares de calidad para el consumo humano. Por otro lado, el agua potable, es aquella que ha pasado por un proceso más riguroso y completo de tratamiento, garantizando que cumpla con los estándares de calidad establecidos para el consumo humano.
La potabilización del agua implica una purificación adicional y un control más estricto de contaminantes, asegurando que sea segura para el consumo. Este proceso adicional asegura la eliminación de microorganismos y sustancias nocivas, proporcionando un agua segura y apta para beber. En resumen, mientras que el agua tratada es apta para usos generales, el agua potable cumple con estándares más elevados para garantizar su seguridad y calidad para el consumo directo.
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