La plaga de ratones que afecta a las comunidades rurales del oeste de Australia parece no tener fin. Los videos de cientos de roedores corriendo uno sobre otro en graneros, tierras de cultivo, tiendas y dentro de los hogares son sólo una muestra de lo que el gobierno estatal de Nueva Gales del Sur, el área más afectada junto con Queensland, ha calificado como una “emergencia económica y de salud”.
Los ratones arrasan a su paso con cereales, lentejas, canola y otros cultivos, dejando pérdidas millonarias y arruinando las cosechas a su paso. Refugiados en tuberías, al interior de sillones y otros objetos, los cadáveres que caen atrapados por centenas cada noche revelan una situación insostenible.
No obstante, los daños provocados por la plaga no se limitan a las cosechas. El Ministerio de Salud de nueva Gales del Sur ha alertado del aumento de los casos de leptospirosis, una enfermedad zoonótica bacteriana transmitida a través de la orina de los ratones. Además, las conversaciones sobre los daños a la salud mental provocados por la presencia permanente de ratones en entornos humanos van en aumento.
La emergencia provocó que el pasado 13 de mayo, el gobierno de Nueva Gales del Sur emitiera una solicitud de emergencia dirigida al gobierno federal para aprobar el uso de bromadiolona, un poderoso compuesto químico utilizado como rodenticida por sus propiedades anticoagulantes, que provocan hemorragias internas a los animales que lo ingieren, huelen o que tienen contacto con el compuesto.
La propuesta del gobierno de Nueva Gales del Sur sugiere esparcir el veneno en tierras de cultivo para frenar la plaga en todo el estado; sin embargo, la iniciativa ha sido recibida por veterinarios y otros expertos en roedores como una apuesta riesgosa, debido a los graves efectos secundarios que podría acarrear en la cadena alimenticia:
También conocido como ‘el napalm de los ratones’, la bromadiolona se considera el doble de tóxica que el fosfuro de zinc, un veneno ampliamente utilizado contra ratones de campo en todo el mundo que ha resultado insuficiente para combatir la plaga del oeste de Australia.
A diferencia del fosfuro de zinc, que provoca la irritación de las vías respiratorias en los ratones y a la postre su muerte, el mayor peligro del uso de la bromadiolona es su capacidad de permanecer en el organismo de los ratones muertos e integrarse a la cadena alimenticia a través de los animales que se alimentan naturalmente de los roedores.
La evidencia de distintos animales como jabalíes, búhos y aves carroñeras con restos del anticoagulante en su organismo en aquellas latitudes donde se ha utilizado la bromadiolona demuestra el riesgo de medida implementar esta medida desesperada para contener la plaga; sin embargo, la Asociación de Granjeros de Nueva Gales del Este (NSW Farmers Association) respaldó la iniciativa.
En palabras de su presidente James Jackson, se trata del “menor de los dos males” para detener la plaga, a falta de nuevas herramientas que permitan controlarla.
El principal riesgo de ingerir algún roedor envenenado con bromadiolona para las mascotas es sufrir de shock hemorrágico. Según The Guardian, uno de cada quince animales ingresados en una clínica veterinaria ubicada en South Tamworth, en Nueva Gales del Sur, presenta envenenamiento con cebos en los últimos cuatro meses, un efecto secundario que agudiza la crisis de la plaga en las zonas rurales del este de Australia.
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