Al sur de la Ciudad de México, un sistema de cultivo sigue siendo el sustento de una comunidad. Así son las milenarias chinampas heredadas de la tradición mexica.
Inspiradas en un islote -como el que alguna vez estuvo en el centro de México- las chinampas se resisten a desaparecer frente a la producción industrial que consume los recursos naturales y se aleja de la naturaleza de los entornos.
Su historia se remonta a la Mesoamérica prehispánica que aprovechaba el agua que rodeaba los asentamientos humanos para transportarse y mantener vivo un sistema de cultivo.
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¿Qué son las chinampas?
Las chinampas son parcelas que flotan sobre aguas poco profundas. éstas fueron construidas artificialmente y busca proveer los vegetales necesarios para el consumo local. Su construcción consiste en amontonar tierra y cascajo sobre el agua para crear una superficie húmeda donde posteriormente se sembrarán flores y frutos. Algunos de los productos más comunes son maíz, frijol, calabaza, chiles y flores.
Su riqueza biológica no es sólo vegetal. En su ecosistema habitan ave, anfibios y algunos reptiles. De acuerdo con el doctor Luis Zambrano González, del Instituto de Biología de la UNAM, la riqueza ecológica de las chinampas es indiscutible.
“En Xochimilco hay una gran diversidad biológica. Está el ajolote, las serpientes acuáticas, las garzas, entre muchos otros animales. También hay una variedad de plantas, desde las acuáticas hasta las que se cultivan específicamente en este lugar; además de las chinampas.”
Una alternativa sustentable
La importancia de las chinampas frente al cambio climático es vital. A diferencia de otras estrategias extractivistas de producción agrícola, el sistema mexica beneficia los suelos de los cultivos, siendo mucho más sustentable. Además, los cultivos se diversifican de acuerdo a la región y amortiguan los efectos del calor extremo a sus alrededores.
Además, la práctica de este sistema de agricultura fomenta la actividad económica local y el sustento de los habitantes del sur de la Ciudad de México a través de una herencia milenaria. Sin embargo, están en peligro.
Desde 1987 la zona se declaró Patrimonio de la Humanidad y los esfuerzos por protegerla han crecido significativamente. Ahora es un Área Natural Protegida que incluye cuatro proyectos de rescate: hidráulico, arqueológico, cultural y agrícola.
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