A pesar de que se trata de los mejores gestores de la naturaleza, los pueblos indígenas consideran que su voz es ignorada en la COP26.
No es ninguna sorpresa que las voces más críticas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) se encuentren fuera del Centro de Exposiciones de Escocia, donde se celebra la Cumbre.
Entre las decenas de miles de manifestantes que recorrieron las calles de Glasgow exigiendo justicia climática y acciones reales a los representantes de la COP26 este fin de semana, un actor clave y usualmente relegado de las negociaciones climáticas alzó la voz: los pueblos indígenas.
Invisibilizados durante siglos, despojados de su territorio y derechos, las naciones indígenas llevan ventaja en la gestión eficaz de la naturaleza al resto del mundo: en junio de 2021, un estudio elaborado por organizaciones ambientales y de derechos humanos reveló que el 91 % de las tierras de los pueblos indígenas están ecológicamente en buen estado.
A pesar de la presión que enfrentan, los territorios que habitan los pueblos indígenas reportan una menor pérdida de biodiversidad y deforestación que el resto de Latinoamérica, además de que conservan su capacidad de almacenar carbono.
Tal es la conclusión de un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), que recalca la importancia de los pueblos indígenas para minimizar la crisis climática y los considera los mejores gestores de la naturaleza.
Los territorios indígenas contienen un tercio de los bosques de América y una quinta parte de la superficie total de la región. De ahí que sus saberes y participación sean fundamentales para enfrentar la emergencia climática.
Según el estudio de la FAO, “las tasas de deforestación son significativamente más bajas en los territorios indígenas y tribales donde los gobiernos han reconocido formalmente los derechos colectivos a la tierra».
Sin embargo, el grueso de pueblos indígenas coinciden en que sus voces y saberes han sido excluidos de la Cumbre, un evento que según Global Witness, cuenta con más participación de representantes de la industria de los combustibles fósiles que de cualquier país.
Compromisos vacíos y un abismo entre dos realidades
Durante la primera semana de la COP26, cientos de países firmaron ambiciosos compromisos para poner fin a la deforestación, reducir gradualmente el carbón como combustible y realizar inversiones multimillonarias para la lucha contra la crisis climática; sin embargo, para activistas y líderes indígenas, existe un abismo entre dos realidades:
«Una es el mundo de los comunicados de prensa del gobierno británico anunciando una serie de iniciativas sugiriendo que todo está bien y que casi hemos resuelto la crisis climática y otra realidad está fuera de esta burbuja de relaciones públicas. El clima son los hechos», concluye Mohamed Adow, director del grupo de reflexión sobre el clima Power Shift Africa.
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