La atmósfera siempre ha tenido bacterias, hongos y virus. Es parte de su constitución natural. Sin embargo, un nuevo estudio conducido por científicas de la Universidad Nacional Autónoma de México sugiere que, en años recientes, los huracanes han traído de Asia y Europa microorganismos dañinos para el sistema respiratorio. Con la temporada de lluvias, se instalan en el aire de la Ciudad de México, poniendo un ingrediente más a la contaminación ya existente en la capital del país.
Un estudio reciente llevado a cabo por científicas ambientales de la UNAM sugiere que el aire la Ciudad de México cuenta con bacterias que ocasionan laringitis y faringitis. Peor aún, estos microorganismos pueden causar diversos tipos de alergias, asma, edema pulmonar y EPOC. Carmen Calderón Ezquerro, especialista en genotoxicología y mutagénesis ambiental del Departamento de Ciencias Ambientales, no se mostró sorprendida por los resultados que arrojó la investigación.
Calderón Ezquerro lideró a un equipo de investigadoras para saber qué otros patógenos podrían navegar la atmósfera capitalina. De acuerdo con un comunicado de la institución, estas bacterias «forman parte de los bioaerosoles», y se presentan en diferentes partes del año, según la estación en curso.
El estudio fue publicado en Environmental Pollution, y por medio de equipos de monitoreo, reveló que la microbiota del aire engloba a las partículas suspendidas en la atmósfera citadina. No todos son infecciosos, sino que puede tratarse de algas, protozoarios, arqueas y otras bacterias, con las que podemos convivir sin enfermarnos.
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En medio de la pandemia por COVID-19, los hallazgos de Calderón Ezquerro cobran una dimensión diferente para los habitantes de la capital. Según la investigación, estas partículas llegan desde el océano o continentes, y su propagación puede estar propulsada por los huracanes al final del verano.
Aunque la atmósfera puede ser un ambiente hostil para estos microorganismos, las características del aire de la Ciudad de México favorecen que puedan continuar con sus actividades metabólicas. Sin embargo, no siempre es el caso. Algunos no logran sobrevivir las condiciones climáticas a las que se enfrentan en su viaje de ultramar.
A pesar de que las variaciones en temperatura, la radiación y los cambios de humedad pueden terminar de manera natural con sus vidas, los microorganismos se adaptan para superar estos obstáculos. De cualquier forma, los procesos atmosféricos disminuyen su presencia. Al respecto, Calderón Ezquerro asegura que hemos «convivido y seguiremos conviviendo con microorganismos en el aire; solamente debemos ser más cuidadosos, ya que la reacción ante ellos depende de nuestra respuesta inmune«.
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