En menos de 60 años, el Ártico entrará en una época donde la principal precipitación será la lluvia, amenazando a todo el ecosistema.
A mediados de agosto de 2021 ocurrió la primera lluvia de la historia en los puntos más altos de Groenlandia, a 3,200 metros sobre el nivel del mar. En un síntoma inequívoco de la crisis climática, se calcula que 7 mil millones de toneladas de agua cayeron sobre los glaciares helados del Círculo Polar Ártico, una muestra de la precipitación en las próximas décadas.
Tres meses después, un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Manitoba, Canadá, modeló los cambios en las precipitaciones que sufrirá el Ártico conforme la temperatura global aumente en los próximos años debido al cambio climático y concluyó que la lluvia sustituirá a la nieve en esta región en menos de un siglo.
El nuevo modelo calcula que el Ártico sufrirá una transición acelerada en el tipo de precipitación que cae sobre él todos los años: en vez de nieve, el Círculo Polar Ártico recibirá cada vez más lluvias, un patrón que se convertirá en la regla en el futuro inmediato.
El estudio publicado en Nature Communications calcula que esta transformación oscilará entre distintas regiones y épocas del año; sin embargo, será visible en 2050 y sus efectos se podrán sentir en todo el globo para 2080.
La caída de lluvias sobre la nieve y el suelo congelado del Ártico afectará radicalmente el ecosistema y podría comprometer el alimento de la fauna local como caribúes, renos y bueyes almizcleros. A su vez, esto podría impactar en los asentamientos humanos que dependen de ellos.
«Las lluvias afectarán la humedad del suelo y las aguas subterráneas, además de las redes de hongos subterráneos que sustentan toda la flora», explica la Universidad en un comunicado.
La precipitación también acelerará el derretimiento del permafrost y con él, la emisión de metano (un gas de efecto invernadero 34 veces más potente que el dióxido de carbono) y el deshielo, aumentando los estragos del calentamiento global.
No obstante, los autores del estudio advierten que si el mundo logra cumplir con la meta fijada en los Acuerdos de París y mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1.5 ºC para 2100, los cambios serían mínimos y el equilibrio ecológico del Ártico se mantendría casi inalterado.
Sin embargo, las perspectivas actuales no son alentadoras: según Naciones Unidas, el ritmo actual de emisiones de gases de efecto invernadero aunado a los insuficientes compromisos climáticos a nivel mundial provocará un aumento de la temperatura global de 2.7° C para finales del siglo.
«Los nuevos modelos no pueden ser más claros: a menos que se detenga el calentamiento global, el futuro del Ártico será cada vez más húmedo. Una vez que los mares congelados sean aguas abiertas, la lluvia reemplazará a la nieve», explica James Screen, coautor del estudio y profesor de la Universidad de Exeter.
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