Con más de 50 mil millones de especies de aves en el planeta, Corey Callaghan asegura que es necesario observar con nuevos ojos la diversidad de especies en el planeta.
Corey Callaghan estaba en la universidad cuando se empezó a interesar por la contemplación de aves. Como ávido observador de su comportamiento, se ha preguntado desde entonces cuántas de ellas habrá en el mundo, cómo viven, cómo se conservan en la naturaleza. Lo que empezó como un pasatiempo eventualmente se convirtió en una investigación seria, de una envergadura que pocos otros esfuerzos científicos contemporáneos han tenido. Entre sus hallazgos más significativos, el experto destaca que la Madre Naturaleza prefiere la diversidad.
Miles de especies todavía sin observar
El gusto por mirar especies aladas no se detuvo al conseguir su título en la licenciatura. Antes de terminar la universidad, ingresó a grupos de observadores aficionados. Empezó a hacer investigaciones al respecto como voluntario. Con el tiempo, una vez que se especializó en Centro de Ciencias de los Ecosistemas de la Facultad de Ciencias Biológicas, Terrestres y Ambientales en la UNSW de Australia, Callaghan decidió concretar su pregunta inicial: tenía que saber cuántas aves hay en el planeta.
«Soy un apasionado de las aves. Han sido durante mucho tiempo la monedita de oro de la ecología, porque tenemos muchos datos sobre ellas», destaca el experto en entrevista exclusiva para National Geographic en Español. Mientras persigue paralelamente un post-doctorado en Sidney, se valió de la ciencia de datos para tener una visión más amplia de lo que esto podría significar.
El estudio se enfocó en las aves como una entidad. Por esta razón, se valió de bases de datos robustas que le pudieran dar un acercamiento más nítido a cuántas aves hay a nivel global. «Tomamos alrededor de 700 especies en entrenamiento», asegura el experto. «No es que hayamos trabajado directamente con ellas, por supuesto. Usamos datos, […] sin entrar en demasiados detalles«.
El estudio arrojó una cifra impresionante. Existen alrededor de 50 mil millones de aves en el planeta, lo cual sobrepasa seis veces el número de seres humanos que habitamos en la Tierra. De ellas, existen especies con menos de 5 mil individuos, que posiblemente nunca hayan sido estudiadas por habitar espacios inaccesibles para la humanidad. La diversidad, por tanto, extralimita por mucho las posibilidades de las bases de datos.
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Mirar a la diversidad con nuevos ojos
Una de las preguntas que Callaghan se plantea con respecto a los resultados de su estudio es si la diversidad de especies se debe a que la naturaleza así las prefiere. El autor hace una distinción importante: una cosa es que sean raras porque viven en hábitats muy específicos; otra muy distinta es que escaseen a raíz de la actividad humana.
Lo que es seguro, destaca el experto, es que «La madre naturaleza ama las especies raras». Por esta razón, el autor hace énfasis en que la deforestación, el cambio climático antropogénico y demás impactos nocivos sobre los ecosistemas están terminando con esta diversidad de especies, no sólo de aves. El estudio permitió ver, además, cuán frágil es la naturaleza en estos términos.
Callaghan sabe que su investigación fue ambiciosa. Sin embargo, destaca un hecho fundamental. Los seres humanos no somos los únicos que habitamos el planeta:
«Sabemos que hay 7,800 millones de seres humanos en el mundo, pero realmente no sabemos cuántas aves, ballenas o mariposas existen. Y creo que realmente necesitamos comenzar a invertir la misma cantidad de tiempo, esfuerzo y dinero para contar la biodiversidad con la que compartimos el planeta».
Esta nueva óptica abre un terreno todavía inexplorado por la ciencia. Bajo el filtro antropocéntrico con el que se observó la naturaleza por siglos, se consideró muy poco a la diversidad como un factor fundamental para la preservación de los entornos naturales, en favor de la industria y las actividades humanas. Quizás, lo que haga falta realmente sea mirar a la diversidad con nuevos ojos.
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