El cambio climático ya surte efecto en el cuerpo de muchos animales y las aves amazónicas son la mejor prueba de ello.
Al margen de las consecuencias del cambio climático que influyen directamente en la sociedad global como la producción de alimentos, la viabilidad de cultivos o la migración humana forzada que el aumento del nivel de los mares provocará, un nuevo estudio concentra su atención en los cambios morfológicos que están experimentando algunos animales (especialmente en sus apéndices) para regular de mejor forma su temperatura corporal ante el panorama actual y futuro.
“Es hora de que reconozcamos que los animales también tienen que adaptarse a estos cambios, pero esto está ocurriendo en una escala de tiempo mucho más corta de lo que habría ocurrido durante la mayor parte del tiempo evolutivo. El cambio climático que hemos creado está ejerciendo una gran presión sobre ellas, y aunque algunas especies se adaptarán, otras no”, explica Sara Ryding, investigadora de aves de la Universidad de Deakin, Australia y autora de uno de los primeros estudios sobre el tema.
La emergencia climática está transformando el mundo de manera acelerada y algunos animales de sangre caliente, como aves y mamíferos, están cambiando su morfología con un único objetivo: adaptarse a un entorno cada vez más caliente y seco.
Un primer estudio publicado en Trends in Ecology and Evolution muestra una correlación positiva entre el aumento en el tamaño de picos, patas, colas y orejas con el incremento sostenido de la temperatura anual y el clima extremo.
Las aves son el grupo que muestra más cambios desde el inicio de la era industrial hasta nuestros días: el ejemplo más representativo es el del pico de distintas especies de loros australianos que han aumentado entre 4 % y 10 % su tamaño desde 1871.
Un segundo estudio realizado por la Universidad Estatal de Luisiana y publicado a mediados de noviembre analizó los cambios en el tamaño del cuerpo de distintas aves que habitan en la selva amazónica a través de cuatro décadas y llegó a una conclusión similar: las aves son cada vez más pequeñas, pero sus alas se hacen más largas en respuesta a las condiciones ambientales y los retos que exige el calentamiento acelerado de nuestro planeta.
«Incluso en medio de la selva amazónica, en las partes más vírgenes sin contacto directo con el ser humano, estamos viendo los efectos globales del cambio climático causado por las personas», explica Vitek Jirinec, autor principal en un comunicado.
La primera investigación también arroja ejemplos de mamíferos como la musaraña enmascarada (sorex cinereus) y el ratón de campo, dos especies que han visto crecer la longitud de sus patas y cola en relación con la actividad industrial del último siglo y medio.
A pesar de que la evolución es un proceso biológico que abarca miles de años, el aumento sostenido de la temperatura ha provocado estos cambios perceptibles en menos de 150 años. Al respecto, Ryding asegura que no se trata de una noticia positiva, sino de una manifestación delestrés al que se está sometiendo la diversidad a causa de la emergencia climática:
“El cambio de forma no significa que los animales estén haciendo frente al cambio climático y que todo esté bien. Significa que están evolucionando para sobrevivir a él, pero no estamos seguros de cuáles son las otras consecuencias ecológicas de estos cambios, o de que todas las especies sean capaces de cambiar y sobrevivir”.
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