La fotógrafa Tamara Blazquez se adentra en los bosques de la Ciudad de México para luchar por su conservación. Ésta es la historia
El corredor biológico Chichinautzin-Ajusco abarca un extenso territorio al sur de la Ciudad de México. Cubre zonas de Tlalpan, Xochimilco, Tláhuac, Magdalena Contreras y Milpa Alta. Asimismo, ocupa un poco del estado de Morelos y el Estado de México. Se conforma por unos cien conos volcánicos como el Chichinautzin, el Xitle, el volcán Pelado (dónde se registran algunas de las últimas poblaciones del Teporingo en la CDMX), el famoso Ajusco, entre otros. Es parte del Eje Neovolcánico, albergando distintas áreas naturales protegidas, parques nacionales y distintos bosques.
Un oasis en medio de la ciudad
Estos bosques son el hogar de una gran cantidad de fauna y flora. Algunas fuentes citan que albergan el 2% de la biodiversidad mundial, así como las tres cuartas partes de agua que consume la Ciudad de México, Cuernavaca y un poco de la que se consume en Toluca. También ayudan a regular el clima y a abastecer a estas ciudades de oxígeno y aire limpio.
En la Ciudad de México, el Parque Nacional Cumbres del Ajusco, fundado en 1936, forma parte de este corredor biológico. Es conocido por los habitantes como un buen punto para el ecoturismo y para pasarla bien con la familia los fines de semana sin tener que salir de la ciudad. Es también el hogar de cientos de especies de flora y fauna que, desgraciadamente, desde hace muchos años se enfrenta a distintas problemáticas ambientales como la deforestación por la tala clandestina y la urbanización incesante, contaminación, pérdida de biodiversidad, incendios forestales, falta de un Plan de Manejo y verdadera protección y gestión de recursos por parte de las autoridades, entre otras.
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El reto de la conservación
A pesar de estas amenazas y retos, existen distintos colectivos que buscan proteger de la extinción a los bosques del Ajusco y corredor Chichinautzin. El biólogo Mario Castañeda del Centro Comunitario Ahuayoto ayuda a los habitantes de la Ciudad a aprender sobre los bosques y su fauna. Por medio de actividades de educación ambiental y prácticas ecoturísticas responsables como el senderismo, busca que los visitantes cuiden y conozcan el bosque a través estas actividades de bajo impacto.
Es importante notar que en varios de los pueblos originarios como San Miguel Ajusco, Santo Tomás Ajusco, el Pueblo de San Pedro Mártir, San Miguel Topilejo, entre otros, se pueden encontrar vestigios arqueológicos. Éstos narran la historia de este territorio, de la conquista de México, y también de varios eventos de la Revolución Mexicana.
A pesar de ser un área llena de riqueza biocultural, el Parque Nacional Cumbres del Ajusco, no ha recibido la protección necesaria. Han sido los distintos habitantes de estos pueblos quienes se han dado a la tarea de protegerlo, sobre todo cuando se trata de la más fuerte de sus amenazas, la tala clandestina, la cual está terminando con estos bosques a pasos agigantados.
Este texto fue escrito por Tamara Blazquez, fotógrafa conservacionista, activista y educadora ambiental, puedes conocer más de su trabajo aquí.
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