Los incendios forestales no son nuevos en la Tierra: suceden desde hace 430 millones de años. Así fue como promovieron la vida como la conocemos hoy.
Sucedió durante el verano de 2021. Norteamérica ardió con algunos de los incendios forestales más violentos y destructivos de los que se tiene registro en la historia reciente. Por la fuerza de las llamas, el pueblo de Lytton, en Canadá, quedó completamente devastado. Lo mismo pasó con cientos de hectáreas de bosques nativos en Estados Unidos, que sucumbieron bajo el impacto del fuego.
Parece ser, sin embargo, que este tipo de catástrofes naturales no son nuevas. Según un estudio reciente, publicado en la revista Geology, los incendios forestales datan de la Prehistoria. Los investigadores aseguran que se originaron hace, al menos, 430 millones de años. Así lo descubrieron.
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Bajo la influencia de las llamas
La historia natural de la Tierra comprueba que el planeta lleva poco tiempo siendo habitable. Para que la vida naciera como la conocemos en la actualidad, se tuvieron que superar cientos de filtros biológicos. Uno de ellos, según explican los investigadores de la Universidad de Colby, en Estados Unidos, fueron los incendios forestales durante la Prehistoria.
Para llegar a esta conclusión, los autores analizaron la tierra de Polonia y Gales, en el Reino Unido. Con base en los depósitos de carbón encontrados en ambos territorios, los científicos descubrieron que había evidencia de quemas forestales gigantescas del periodo Silúrico
Parece ser que, hace 430 millones de años, la vegetación no estaba dominada por árboles. Por el contrario, había «vegetación muy corta, además de plantas ocasionales hasta la rodilla o la cintura», según documenta Science Alert. En lugar de árboles, los hongos florecieron ampliamente.
«Los nematófitos dominan ambos ensamblajes de carbón. Los datos de reflectancia indican incendios de baja temperatura con condiciones intensas localizadas», escriben los autores en el estudio.
A partir de las muestras recolectadas en el Reino Unido y en Polonia, los investigadores determinaron que el carbón registró las temperaturas más altas del fuego en las muestras más antiguas.
Al respecto, el paleobotánico Ian Glasspool dice que esta evidencia coincide con los primeros macrofósiles de plantas terrestres que han subsistido hasta hoy. «Entonces, tan pronto como hay combustible, al menos en forma de macrofósiles de plantas, hay un incendio forestal casi al instante», explica el especialista.
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Cada vez más abrasivos
El hecho de que los incendios durante la Prehistoria se pudieran propagar se debe, en gran medida, a los niveles de oxígeno atmosférico en la Tierra. Según los autores, la concentración se eleva en hasta un 16 %. En la actualidad, comparativamente, contamos con un 21 %.
Esta cifra se ha alterado a lo largo de la historia natural del planeta. Sin embargo, los investigadores relacionan este porcentaje con el crecimiento de nuevas especies de plantas en la Tierra. Conforme se cumplía la fotosíntesis, la concentración de oxígeno se elevó —y, en consecuencia, los incendios forestales de la Prehistoria se propagaron más.
«El paisaje del Silúrico tenía que tener suficiente vegetación para que los incendios forestales se propagaran y dejar un registro de ese incendio», dice el paleontólogo Robert Gastaldo, también de Colby College.
Estas condiciones climatológicas moldearon la vida en el planeta como la conocemos. Aunque parezca catastrófico, los incendios forestales durante la Prehistoria nutrieron a la Tierra de propiedades que promovieron el crecimiento de una diversidad más amplia de plantas.
En la actualidad, sin embargo, los incendios forestales no tienen el mismo origen que durante la Prehistoria. En gran medida, se han hecho todavía más expansivos y violentos debido a las olas de calor extremo y a la sequía que aquejan gravemente al planeta. Ambas son consecuencia de la crisis climática contemporánea.
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