El Ophiocordyceps unilateralis es un hongo mortífero que se apodera del cuerpo del anfitrión hasta que no puede controlar sus movimientos ni impulsos.
Hay pocos parásitos tan expansivos como el Ophiocordyceps unilateralis, el hongo que se aloja en animales vivos hasta quitarles control de su propio cuerpo. El único objetivo de esta especie parasitaria y tóxica es apoderarse de los movimientos e impulsos de los animales, que utiliza para dispersarse y autopropagarse.
Aunque se conoce poco sobre esta especie, se sabe que prolifera en los bosques húmedos. Los investigadores saben que se aloja en el organismo a partir de la dispersión de sus esporas. Después de eso, no hay vuelta atrás: es prácticamente una sentencia de muerte para aquel que, por descuido o franca mala suerte, cae víctima del Ophiocordyceps unilateralis.
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Un huésped muy desafortunado
Se sabe que las víctimas predilectas del Ophiocordyceps unilateralis son las hormigas. Mientras salen a buscar comida, las esporas se adhieren a sus cuerpos hasta tomar control de todo su exoesqueleto. Así, ya no pueden moverse a voluntad: el hongo se los impide. Bajo su influencia poderosa, los insectos se convierten prácticamente en muertos vivientes.
Como la hormiga ya no es dueña de sus movimientos, se ve obligada a abandonar su hogar para buscar climas más húmedos, de manera que el hongo pueda proliferarse todavía más. Cuando llega a este lugar, el insecto clava las mandíbulas en una hoja, en el tallo de alguna flor o en los árboles. Y así, espera la muerte: completamente consumida por el hongo.
Una vez que la víctima queda inmovilizada, se apodera de su interior también. Consume las vísceras, órganos internos y sólo deja una carcasa inerte. Una vez que el cadáver queda vacío, se convierte en una plataforma de lanzamiento de esporas, que esperan apoderarse de nuevos insectos.
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¿Un parásito que genera zombies?
Por la manera en la que se comportan los animales tras caer víctimas del Ophiocordyceps unilateralis, los científicos se refieren a ellos como ‘zombies’. Así como pasa con los muertos vivientes, el parásito necesita de unos días de incubación para finalmente apoderarse del organismo. Por ello, también, ha sido motivo de inspiración para películas e historias de la cultura popular.
En esos días, parece como si la hormiga infectada estuviera normal. Sin embargo, los investigadores de la Universidad Central de Florida, en Estados Unidos, han documentado cómo es que sus compañeras se dan cuenta. Poco a poco, la expulsan de la colonia para proteger a las demás, que sí están sanas.
Este hongo no es exclusivo de México. De hecho, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reconoce que se tiene poco conocimiento de esta especie en el país. Sobre todo, a falta de investigación de campo:
«El escaso conocimiento sobre la diversidad y la taxonomía de las especies de hongos entomopatógenos del género Cordyceps s. l. en México es el reflejo de la falta de exploraciones en campo para este grupo de hongos en particular», escriben los autores en el estudio.
La mortalidad de Ophiocordyceps unilateralis es de un absoluto 100 por ciento. Grillos, avispas, abejorros y otros insectos son presas fáciles para este hongo mortífero, que se ha propagado en las selvas latinoamericanas. Dado que una infección de éste es una sentencia de muerte, a los biólogos les inquieta que, con cada nuevo caso positivo, las especies de insectos en estos ecosistemas corren peligro.
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