Desde hace unos años, uno de los bastiones más grandes de conservación en América Latina es Panamá. De la mano con Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ANCON), se han llevado a cabo esfuerzos serios para hacer de sus áreas naturales protegidas una prioridad en la agenda del país. Tal es el caso del proyecto para las nuevas áreas destinadas a reservas marinas, en miras de cumplir con los acuerdos internacionales a los que se comprometió hace 13 años.
La reserva estará ubicada en la Cordillera de Coiba: un espacio en el que abundan recursos pesqueros pero que, a la vez, diversas especies utilizan como fuente de alimento a lo largo del año. Panamá está privilegiando la persistencia de esta diversidad sobre el crecimiento de la industria pesquera, de forma que pueda cumplir con las metas acordadas en el Convenio sobre la Diversidad Biológica de la Organización de Naciones Unidas, firmado por otros 196 países.
Este 8 de junio, Panamá anunció la creación de reservas marinas para proteger sus ecosistemas costeros y marítimos. Reconociendo las consecuencias negativas que el país sufrirá por la crisis climática global —a pesar de ser uno de los más ricos en biodiversidad del continente—, el Estado destinará más de 67 mil kilómetros cuadrados a un santuario de la biosfera.
Esto se traduce a una superficie casi igual al del país entero, que alcanza los 75 mil kilómetros cuadrados en total. Panamá sabe que será uno de los más severamente afectados por el cambio climático. En aras de frenar este impacto negativo sobre la población, ha enfocado muchas de sus acciones gubernamentales a preservar y restaurar los ecosistemas que tiene disponibles al interior de sus fronteras.
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Panamá no está solo en la creación de las reservas marinas protegidas. Por el contrario, cuenta con el apoyo del territorio marítimo de Colombia, que está dispuesto a destinar parte de sus mares a la conservación. En conjunto, de acuerdo con la cobertura de El País, el área se ampliará hasta un poco más de 121 mil kilómetros cuadrados.
No es la primera vez que el país hace esfuerzos de este tipo con éxito. Desde 2015, se han creado diversas reservas marinas amplias, en un afán de proteger la flora y fauna que ahí habitan. Hoy, el área destinada para estos fines incluye 9 cadenas montañosas donde habitan al menos 14 especies de mamíferos marinos.
Además, el área es un punto clave para la alimentación y reproducción de tortugas marinas, peces vela, cetáceos y diversos tipos de tiburones. Algunos de ellos son altamente vulnerables a la pesca industrial, o están en peligro de extinción. Para garantizar que el proyecto esté protegido adecuadamente, el país destinará herramientas tecnológicas de vigilancia dentro de la reserva.
A pesar de que los mares panameños tienen algunos de los puntos más ocupados para el comercio mundial, el país reconoce que el impacto ecológico que tiene la pesca industrial y la actividad humana en estos ecosistemas debe de equilibrarse. Por esto, están empeñados en establecer pesca más equilibrada, que privilegie las prácticas artesanales.
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