En los caminos y senderos, los viajeros dejan apachetas para rogar a la Pachamama por su bienestar. Esta práctica ancestral está acabando con microhábitats asociadas a las rocas.
En los caminos de la montaña, los antiguos viajeros de los pueblos andinos dejaban apachetas en el camino: montículos de piedra en ofrenda a la Pachamama y otras deidades. Así pedían permiso para ingresar a nuevas tierras, y rogaban por protección y salud durante su travesía.
La práctica de dejar apachetas en los caminos ha sobrevivido durante siglos y es una práctica extendida en el mundo. Las piedras apiladas son el inicio de una ofrenda, a la que otros viajeros se van sumando hasta crear montones, que van desde los pocos centímetros hasta un metro de altura.
El origen de esta práctica en los pueblos originarios de los Andes en América del Sur ha sido tema de debate. El trabajo elaborado en Perú, Entre Huacas y Apachetas, menciona que mientras unos las relacionan con ofrendas espirituales, también se cree que las piedras cumplían diversas funciones. Una de ellas era marcar el límite de las comunidades y, en la red vial prehispánica, para señalar una ruta.
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Apachetas en todo el mundo
Las apachetas —o apachitas, como también son conocidas—, se han popularizado como ofrenda en las rutas de senderismo y turismo ecológico. Estos apilamientos de forma icónica cada vez son más frecuentes en bosques, rutas áridas y áreas protegidas.
Es común encontrar en redes sociales fotografías de montículos de piedra en diferentes partes del mundo. El turismo de naturaleza ha extendido esta práctica que ahora amenaza a la biodiversidad, y pone en riesgo la existencia de plantas y especies nativas.
En áreas naturales de España, Portugal, Islandia, Estados Unidos y Jerusalén, muy lejos de donde todo empezó, se han hallado apachetas. Algunas, convertidas en grandes montículos de piedras, y otras pequeñas con diseños que desafían la gravedad.
Estas estructuras, que podrían lucir inofensivas, modifican el hábitat de animales y vegetales, algunos de ellos amenazados o en peligro de extinción. Las rocas son refugio de estas especies, o dependen de las condiciones de microclima asociadas a ellas.
Un equipo internacional de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), advierte que las apachetas alteran las condiciones especiales de temperatura y humedad que crean las piedras, y que son clave para especies pequeñas como insectos, caracoles y arañas.
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Una ofrenda que destruye el ecosistema
En un artículo publicado en Human-Wildlife Interactions, los científicos advierten que el retiro, desplazamiento o la ruptura de rocas puede afectar el perfil térmico del paisaje y los niveles de depredación. Esto provoca impactos significativos en los organismos que habitan en las rocas y desequilibrio en el ecosistema.
La disposición de las piedras, sin importar su tamaño, también influye en la dinámica entre depredadores y presas, o entre competidores.
“Esta nefasta práctica tiene un impacto principalmente preocupante en áreas áridas, en las que dichas condiciones microclimáticas son primordiales para las especies que se refugian debajo de las piedras. Además, erosionan el suelo y provocan daños en la vegetación”, afirma Anna Traveset, investigadora del CSIC.
Esta práctica tiene efectos perjudiciales sobre la biota. Así lo muestra el caso de la isla de Madeira, en Portugal. En este popular destino de senderismo, se han identificado más de 200 estructuras en un área de aproximadamente 1 hectárea, lo que ha causado importantes daños a la vegetación y la erosión del suelo.
Una amenaza para las especies endémicas
En este sitio, la alteración asociada a la construcción de apachetas ya es una amenaza para especies endémicas como el musgo Riccia atlantica, las lagartijas de Madeira y la araña Misumena nigromaculata. También lo es para una diversidad de invertebrados, que dependen de microhábitats asociadas a las rocas.
El equipo de investigadores pidió a las autoridades imponer restricciones y desmantelar las apachetas ya existentes para “evitar un efecto contagioso que a menudo anima a la construcción de más estructuras de este tipo”. Y a los visitantes, los instó a actuar con responsabilidad y no construir más estructuras.
Es probable que apilar piedras en áreas sensibles, mencionan los investigadores, refleje más una búsqueda por obtener fotos amigables para redes sociales, que una creencia cultural o espiritual.
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