Proteger el territorio en México resulta peligroso. En ese contexto, un grupo de personas, en su mayoría, mujeres, defienden hasta con su vida al bosque de Los Remedios, un Área Natural Protegida ubicada en el corazón de Naucalpan, Estado de México, y que provee servicios ambientales a la tercera Zona Metropolitana más poblada del mundo.
A menos de una hora de la Ciudad de México se encuentra el bosque de Los Remedios. Ubicado dentro del municipio de Naucalpan, uno de los más poblados del Estado de México, el Bosque Los Remedios fue declarado Área Natural Protegida (ANP) en 1938 por el entonces presidente Lázaro Cárdenas. Pero el espacio de 400 hectáreas que nació lleno de vida, ha sido devastado con expropiaciones para colocar gasoductos, torres de electricidad y edificar zonas habitacionales. Así, actualmente Los Remedios sobrevive con 114 hectáreas —un 25% del territorio original— y con apenas 2% de bosque en buen estado de conservación.
Y ante una serie de omisiones de los tres niveles de gobierno, es la sociedad civil, especialmente las defensoras ambientales, quienes han puesto hasta su integridad de por medio para proteger esta zona natural.
Laura Barranco camina entre las personas que han llegado al Bosque Los Remedios gracias a la convocatoria de la jornada de limpieza que están por realizar. Mientras saluda, recoge la basura que se encuentra a su paso, entre ella, desechos de material de construcción. Desde pequeña tiene un lazo fuerte con el lugar, ya que desde pequeña vivió en las cercanías. Esta fuerte relación se ha traducido en su lucha por proteger el bosque que sobrevive con el 25% de las 400 hectáreas con las que nació.
Una semana antes, en otra jornada de limpieza desarrollada en el Cerro El Mazapán —un lugar que no está del todo protegido, pero que conecta con la biodiversidad del Bosque Los Remedios y que tiene problemas de invasión similares—, se observan dos patrullas de la Guardia Nacional en la entrada, que destacan en el paisaje. Las armas largas contrastan con el equipo de las personas escaladoras que ingresan al lugar para conquistar las laderas rocosas del cerro y las bolsas que servirán para sacar la basura del lugar.
Aunque la presencia de los uniformados pareciera no corresponder con este lugar, resulta necesaria. Laura explica que ha pedido el resguardo en la jornada porque así se siente más segura y porque la confianza que tiene en la policía municipal de Naucalpan es nula. Y es que las amenazas no han sido menores; en una ocasión a través de redes sociales, amenazaron con quitarle la vida: “Híjole, ya, aquí ya me están hablando que me van a dar un tiro en la cabeza”, contó en entrevista con Corriente Alterna.
Como Laura, Yared Rojo también es defensora ambiental en el Estado de México, y por sus acciones ha sido blanco de amenazas. Una llamada anónima donde la amenazaban a ella y a su familia provocó que su labor como activista se detuviera brevemente. Pero con la misma fuerza que sube la pared del Cerro El Mazapán cada vez que practica uno de sus deportes favoritos, la escalada, Yared ha mantenido su activismo y quiere seguir defendiendo un espacio que ama y del que es vecina de toda la vida.
Así que la lucha no ha sido fácil, en especial para las mujeres que ponen su tiempo y su vida para preservar lugares como el bosque de los Remedios o el Cerro El Mazapán. Pero ellas han sido las principales activistas en esta lucha.
Defender el medio ambiente y defenderse del patriarcado
Durante 2021, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) documentó 238 personas defensoras del medio ambiente agredidas. Pero la lucha por proteger las áreas naturales también es un enfrentamiento con el patriarcado y el machismo social e institucional en un país como México, donde se contabilizan 10 feminicidios al día.
Para Lucía Velázquez, investigadora de conflictos ambientales y quien actualmente colabora en la Comisión Estatal para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de Michoacán, existe una réplica de dichas actitudes machistas y patriarcales dentro de estos movimientos sociales.
“El trabajo de las mujeres en estos espacios también son divididos por sexo o género. Entonces, muchas veces las labores que las mujeres llevan a cabo es la del cuidado, por ejemplo; un rol que se ha adjudicado a la mujer de forma histórica”, explica Lucía.
Aunque las estadísticas indican que hay más hombres defensores asesinados —21 hombres y 4 mujeres en 2021—, las mujeres también suelen ser relegadas de las posiciones de voceras o líderes en movimientos ambientales porque se suele considerar que las mujeres son más vulnerables que los hombres por el simple hecho de ser mujer.
Luz Coral, integrante y abogada en el CEMDA, declara durante una entrevista a Corriente Alterna que el centro documentó en su informe de 2020 que durante los diferentes periodos de cuarentena, el rol de las defensoras se vio afectado por la labor impuesta de género en cuanto al cuidado del hogar:
“Esto ha mermado, por supuesto, su participación dentro del espacio público y de lucha”, comenta, haciendo presente el rol de cuidados que se le imponen a las mujeres desde la sociedad, algo en lo que también coincide Velázquez.
Además, otras condiciones patriarcales se reproducen en los ataques dirigidos a ellas. Por ejemplo, Laura tuvo que lidiar con el acoso que sus hijas vivieron por parte de sus agresores. “En una ocasión, mandaron a un fulano para que se trepara a la barda del lugar donde yo vivía para sacarle fotos a mis hijas”, cuenta. Esto, como lo explica Lucía, es parte de una diferenciación entre las agresiones, ya que usualmente estas vienen acompañadas de ataques contra los miembros de su familia, algo que ha ocurrido en otros casos, como el de la activista Juventina Villa Mojica, asesinada por su labor de defensa el 11 de noviembre de 2012 junto con su hijo Reynado Santana en Coyuca de Catalán, municipio ubicado en Guerrero, en la región de Tierra Caliente.
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La urbanización, el principal depredador
Las industrias y la creciente mancha urbana que avanza sobre Naucalpan coexisten con Los Remedios, que se ha convertido en un refugio para la fauna y la flora de la zona. El lugar alberga una de cada cuatro especies que viven en el municipio, poco más de 500 especies, entre las que se encuentran pájaros carpinteros y colibríes, tlacuaches, cacomiztles, tlaconetes, entre otros, de acuerdo con el experto Gustavo García, biólogo e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Y aunque no se trata de un bosque primario, porque está reforestado sobre todo con eucaliptos —una especie considerada invasora—, sus servicios ambientales son necesarios y relevantes.
Bosques como Los Remedios permiten la captación de lluvia y recarga hidráulica, la regulación de la temperatura (en una zona en la que en los últimos 50 años ha aumentado dos grados centígrados), la amortiguación del sonido y la fijación de las raíces de la flora en el suelo, algo que permite a las zonas urbanas aledañas no sufrir desastres naturales como inundaciones o deslaves, explica Fausto Quintana Solorzano, doctor en Ciencias Políticas y experto en política forestal de la UNAM.
Aparte de constituirse como un hogar para lo que el biólogo Gustavo García llama “especies resilientes”, este espacio natural también absorbe bióxido de carbono, gas que juega un papel importante en el aumento de la temperatura global. Por ello, la preservación de ecosistemas como Los Remedios se vuelve parte importante en la mitigación de la crisis climática, especialmente en los alrededores de una ciudad como la Ciudad de México.
Pero a pesar de que el bosque dota de grandes beneficios a la población, esto no ha impedido que sufra una devastación importante, especialmente por la urbanización desmedida en complicidad con la irresponsabilidad y omisión de las autoridades.
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Defender el bosque con la vida
Yared empezó a convocar a varios vecinos para defender ese espacio verde, pero esa llamada anónima en noviembre de 2021 fue una detonante para que decidiera alejarse un poco de su activismo. “Me dijeron que le bajara porque si no, conocían a mi familia y a mi hermana; esto me impresionó”, explica en entrevista, lo que muestra cómo el componente patriarcal se hace presente en las amenazas.
Otros ataques de los que las defensoras han sido blanco son la difamación e intimidaciones físicas. En el caso de Laura Barranco, cuenta ella, han creado campañas de desacreditación (sobre todo en redes sociales) tanto de su trabajo como de su moralidad.
“Han llegado al grado de manipular fotos mías para que parezca que estoy en tiraderos clandestinos; han hecho campañas de infodemia espantosas, muy violentas, donde te dicen ‘puta, pendeja, ya verás lo que te pasa, hija de la chingada’, cosas muy desagradables”, cuenta en entrevista para Corriente Alterna.
Esto orilló a Laura a pedir protección del Estado a través del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, adherido a la Secretaría de Gobernación (SEGOB), y que tiene como objetivo proteger a cualquier persona que se considere defensora o periodista de agresiones que se cometan contra ella debido a su labor.
La violencia se repite en la historia de defensa de Ana Ramírez, quien forma parte del comisariado del ejido Los Remedios y es una de las principales representantes ejidales en Naucalpan. Ana reconstruyó desde cero la historia de las expropiaciones de tierras ejidales que eran parte del bosque y se convirtieron en asentamientos urbanos; testigo de la degradación de estos espacios, también ha promovido acciones legales para recuperarlos.
Pero esta labor le ha costado su tranquilidad. Desde hostigamiento hasta intimidaciones físicas, estas agresiones han provocado que tenga que buscar otras maneras de seguir con su defensa.
“Ahora ya no vamos a los lugares. Antes hacíamos asambleas, faenas o recorridos con los ejidatarios. Ahora, si hacemos esto, llegan grupos de choque o personas que no nos quieren. Es una situación muy grave”, explica Ana.
Aunque existen estos intentos de silenciar la labor y la voz de las defensoras para seguir explotando la tierra o abandonar sus responsabilidades, gracias a los movimientos feministas las voces de las mujeres dentro de las luchas contra la depredación ambiental se han visibilizado y han tomado más fuerza, explica la investigadora Lucía Velázquez.
“Las amenazas también me hicieron entender que quiero defender lo que se tenga que defender”, expresa Yared, mientras admira la belleza del Cerro del Mazapán.
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La ausencia es sinónimo de depredación
Al bosque no lo cuidan las autoridades, lo cuidan las defensoras. La ausencia oficial es notoria tanto en el terreno como en el papel. A nivel federal, Los Remedios carece de un programa de manejo para su conservación, algo que dicta la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección del Medio Ambiente en México.
En vez de preservarlo, dependencias federales como la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) han intentado extinguir su grado de ANP con estudios previos justificativos. De acuerdo con información obtenida por Corriente Alterna vía transparencia, el último estudio solicitado por la CONANP costó 400,000 pesos (20 mil dólares), algo que contrasta fuertemente con el gasto realizado por la misma comisión para su protección: únicamente se han destinado 7,430.17 pesos (370 dólares) entre 2019 y 2022, y esto para gastos de viáticos.
El abandono institucional no es lo único que afecta a este espacio verde. Los asentamientos irregulares, producto de la falta del acceso al derecho a la vivienda, y la explotación del suelo para la construcción de desarrollos inmobiliarios que ven al bosque como una amenidad para sus edificaciones residenciales son problemáticas graves que, expertas en la materia de vivienda como Bárbara Manasse o Silvia Emanuelli, consideran como una forma de extractivismo, el “extractivismo urbano”.
Como si se tratara de un círculo vicioso, la problemática de explotación de la tierra no sólo se traduce a una profunda crisis climática, sino también en una acentuación de la violencia contra quienes defienden el medio ambiente.
En entrevista con Francisca Stuardo, integrante de Global Witness, la activista explica que hay una relación importante entre el medio ambiente con la comunidad que lo rodea, de modo que los daños que se le hagan a uno, se reflejan en el otro.
“Una crisis medioambiental es sin duda una crisis de derechos humanos”, sentencia Francisca. Por eso, aún en medio de esta crisis de violencia, hay mujeres que deciden arriesgar su vida por defender un bosque como Los Remedios.
Este texto se desprende del reportaje “Los Remedios: El último pulmón de Naucalpan”, realizado por Corriente Alterna para El Aleph. Festival de arte y ciencia 2022, en el que participaron integrantes de la Unidad de Investigaciones Periodísticas de Cultura UNAM, disponible aquí. Es de la autoría de Ivan Ortiz, Fernando González, Estefanía Cervantes y Violeta Santiago, y se publicó en colaboración con Corriente Alterna.
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