Es bien sabido que, por su extensión territorial y la urbanización desmedida, la Ciudad de México tiene microclimas. Esto quiere decir que, independientemente de que se trata de una sola urbe, cada zona tiene características climatológicas diferentes: algunas alcaldías son más húmedas y frías; mientras otras son más secas y cálidas. Esta condición, aunada con la mala planeación urbana y el calentamiento globa, impulsan el fenómeno conocido como islas de calor.
Las islas de calor se han registrado desde hace dos siglos en las grandes ciudades. El ejemplo más claro, según destaca la corresponsal de Ciencia UNAM, Laura García, se aprecia en la alcaldía de Xochimilco, en donde quedan todavía sistemas de canales navegables extensos, dedicados a la agricultura. Las condiciones medioambientales permiten que, en la mañana, la temperatura ambiente esté en 6ºC. Un poco más al norte de la capital, sin embargo, el día empieza en 14ºC. Más al centro, puede alcanzar los 20ºC.
Esto se debe, según la doctora Elda Luyando, investigadora del grupo de Cambio Climático y Radiación Solar del Centro de Ciencias de la Atmósfera, a las las islas de calor:
“Este fenómeno se refiere a la presencia de aire más caliente en ciertas zonas de ciudad, a diferencia del que se encuentra en las zonas rurales que lo rodean”, explica la investigadora.
El origen de estas diferencias en temperatura es multifactorial. Sin embargo, uno de las más importantes es cuán densamente construidas están las ciudades. En el caso de la Ciudad de México, se ha identificado en zonas que tienen mucho concreto y muy pocas áreas verdes. En contraste, las alcaldías de la capital que cuentan con cuerpos de agua y parques no padecen de temperaturas tan altas a lo largo del año.
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Los materiales de construcción utilizados en las urbes, que generalmente son oscuros, absorben más energía del Sol. Con una dispersión más lenta de la radiación solar, ciertas zonas de la ciudad son más propensas a generar las islas de calor descritas por Luyando. Este efecto es lento, por lo que mantiene el aire caliente por varias horas en este tipo de colonias. Claro ejemplo de ello es el Centro Histórico de la capital que, en favor de los proyectos de edificación, sacrificó las áreas verdes que antaño florecían ahí.
Este fenómeno, por supuesto, no es exclusivo de la capital mexicana. Por el contrario, se presenta en otras ciudades densamente pobladas, que favorecieron la construcción sobre el equilibrio ecológico natural. Además de que no se presentan de manera sostenida todo el día, los cielos despejados y los días soleados favorecen que el aire caliente se mantenga sobrevolando ciertas zonas durante más tiempo.
No obstante, no todas las ciudades del mundo sufren de islas de calor. La localización geográfica y las formaciones montañosas que acompañan a las urbes inciden en que el fenómeno se presente o no. De la misma manera, destacan los investigadores de la UNAM, la planeación urbana es fundamental para que la temperatura se mantenga, dentro de lo posible, en sus límites ‘normales’.
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