«Una tormenta perfecta de truenos y relámpagos en toda Inglaterra (excepto Londres), causó daños terribles y fatales«, escribió el reverendo Lloyd de Withington, al presenciar cómo se desplomaba el cielo sobre Gran Bretaña. Éste es el registro más antiguo que se tiene de un fenómeno meteorológico que, potencialmente, puede ser devastador para la población y sus viviendas.
Ese jueves —30 de mayo de 1850—, el médico y pastor británico documentó uno de los eventos climáticos más fuertes del siglo. Por lo cual, la Oficina Meteorológica del Reino Unido guardó este registro como un primer antecedente. Luego vinieron más, en otras partes del mundo. Todos coincidían en lo mismo: de las alturas, caía una tormenta perfecta.
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Una tormenta perfecta es un evento meteorológico potencialmente peligroso, que se hace más grave por una combinación extraña de circunstancias. Suelen ser inusualmente severas, ya que suceden cuando coinciden estos tres factores:
El término viene, originalmente, del inglés: «a perfect storm». La traducción, sin embargo, no se refiere a que sea un evento meteorológico impoluto, sin fallas. Por el contrario, implica un estado total o absoluto de tormenta, con ventiscas poderosas y precipitaciones aplastantes.
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«Nuestro teléfono no dejaba de sonar«, dijo Charlie Paxton, pronosticador de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) que vivió el proceso. «La gente se sorprendió por la intensidad de la tormenta y nos proporcionó muchos relatos de los daños”.
En la cultura popular, el término se dio a conocer después de la publicación de The Perfect Storm (1993): una novela del periodista Sebastian Junger, en la que se aborda el caso de un evento meteorológico catastrófico en Estados Unidos. Por la intensidad de las lluvias, también se le conoció como ‘Tormenta Sin Nombre‘:
«Para los residentes de Florida», documenta la NOAA, «fue un huracán de marzo ‘sin nombre’ que creó ráfagas de viento de más de 144 kilómetros por hora, tornados y una marejada ciclónica devastadora y mortal. Pero era mucho más grande que un huracán.»
Conforme los días avanzaron, «los modelos de pronóstico numérico continuaron mostrando el mismo desarrollo increíble», dice la institución. Por los estragos que dejó la tormenta perfecta, los científicos se refirieron al evento como ‘una bomba meteorológica’.
Inundaciones, desbordamientos y daños a la vivienda figuraron entre los estragos más impactantes de la Tormenta Sin Nombre. Además, 6 pescadores murieron bajo la influencia del agua.
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