La Rafflesia, la flor más grande del mundo, crece en las selvas tropicales del sudeste asiático, particularmente en las regiones de Sumatra y Borneo. Esta asombrosa flor destaca por sus pétalos carnosos y su inconfundible olor a descomposición, sin embargo, muy pronto podría ser solo parte de los libros de historia.
Una nueva investigación alertó sobre el riesgo que corren la mayoría de las especies de Rafflesia tuan-mudae. La devastación de su hábitat, así como las dificultades para su estudio y reproducción fuera de los bosques han complicado la conservación de esta flor espectacular.
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Una investigación publicada en la revista Plants, People, Planet alertó que la mayoría de las especies de la flor más grande del mundo están al borde de la extinción a pesar de su atractivo. Los investigadores urgieron medidas para protegerlas con un enfoque combinado de conservación, que incluya un mayor nivel de protección del hábitat y apoyo a los grupos locales.
«La mayoría de las 42 especies conocidas están ahora gravemente amenazadas, aunque sólo una figura en la lista de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Estimamos que el 60% de las especies de Rafflesia enfrentan un grave riesgo de extinción (equivalente a En Peligro Crítico [CR])», menciona la publicación.
También destacaron que al menos el 67% del hábitat de la flor se encuentra fuera de las áreas protegidas en el sudeste asiático, lo que exacerba su vulnerabilidad. «De manera alarmante, observaciones recientes sugieren que los taxones todavía están siendo erradicados antes de que la ciencia los conozca«, señalan los investigadores.
La flor cadáver, como también se le conoce por su olor a carne podrida, crece como parásito en enredaderas tropicales, por lo que se autorregula para no sobrecargar a sus anfitriones. En Asia suele ser usada como medicina etnobotánica y también representa una fuente de ingresos debido al ecoturismo.
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La Rafflesia, en su punto máximo de madurez, alcanza un metro de diámetro y unos impresionantes 11 kilogramos de peso. Sus flores son notables por sus pétalos carnosos de un vibrante color carmín, adornados con puntos blancos o amarillos. Pero lo que realmente llama la atención es su distintivo y desagradable olor a descomposición.
Los investigadores creen que sus fétidos olores sirven para atraer a moscas carroñeras y otros polinizadores que las fertilizan, también es un mecanismo de defensa para sobrevivir en los bosques. Sin embargo, su nombre científico poco tiene que ver con esta característica: Rafflesia tuan-mudae se traduce del malasio como ‘la flor del joven príncipe’.
Estas majestuosas flores solo permanecen abiertas durante un corto período, generalmente de 5 días a una semana. A diferencia de otras plantas, estas «flores cadáver» no realizan fotosíntesis; obtienen todos sus nutrientes de los árboles y las vainas en las que crecen.
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