Sólo el 3 % de la superficie terrestre no ha sido perturbada por la mano humana, lo que lanza nuevas alertas para la conservación mundial.
Las campañas de exploración no son nuevas en la historia de la humanidad. Impulsados por un ánimo expansionista ligado a la política, o un ímpetu científico, los seres humanos llevamos por lo menos cuatro siglos intentando conocer hasta el rincón más recóndito del planeta, de la mano de procesos colonizadores que han modificado el medio ambiente. La superficie terrestre se parece cada vez menos a cómo fue antes de nuestra llegada.
¿Realmente hemos explorado el 97 % de las tierras del planeta?
De acuerdo con un estudio reciente, el 97 % del planeta Tierra ya no está ecológicamente intacto. De los pocos ecosistemas que todavía permanecen intactos, cerca del 11 % se localizan en las áreas naturales protegidas existentes, según el equipo de científicos a cargo de la investigación.
Entre ellas, las extensiones más grandes de bosques están en Canadá y en la tundra de Groenlandia. Con respecto a las selvas húmedas restantes, la mayor extensión se ubica en el Amazonas, en la República Democrática del Congo y en Indonesia. Las demás hectáreas han sido dedicadas a la industria, a la urbanización o la ganadería.
De acuerdo con Oscar Venter, un científico de conservación de la Universidad del Norte de la Columbia Británica, identificar estos lugares vírgenes es crucial para la conservación de la naturaleza:
«Estos son los mejores de los mejores, los últimos lugares en la Tierra que no han perdido una sola especie que conocemos», destaca el experto, aunque no estuvo involucrado en el estudio.
Venter sustenta su argumento diciendo que, si no existe investigación suficiente de los lugares intactos en la superficie terrestre, el horizonte de la conservación en el mundo se vuelve considerablemente más limitado. Las especies animales y vegetales que ahí habitan podrían desaparecer sin siquiera haber sido estudiadas.
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¿Qué pasa con el 3 % restante?
Según el estudio, factores como la caza indiscriminada, los estragos que dejan las especies invasoras y el privilegio que se le da al desarrollo industrial sobre la preservación de la naturaleza han devastado los ecosistemas que alguna vez florecieron en estos espacios. De la misma manera, un obstáculo se avecina cada vez más rápidamente: el cambio climático.
Con respecto a qué es exactamente lo que puede mantener a un ecosistema perfectamente funcional, no existe información concluyente todavía. Se sabe, por ejemplo, que el equilibrio ecológico depende en gran medida de la supervivencia de la diversidad de especies endémicas.
Los resultados del estudio, sin embargo, recibieron críticas son respecto a la metodología empleada. De acuerdo con Jedediah Brodie, un ecologista de conservación en la Universidad de Montana en Missoula, quizá la definición de qué tan intactos son los ecosistemas fue demasiado estricta.
«Muchos ecosistemas en todo el mundo han perdido una o dos especies, pero aún son vibrantes, con varias comunidades», dice Brodie. «Una disminución en unas pocas especies no puede deletrear un desastre para todo el ecosistema».
A pesar de las críticas, es una realidad que el estado de conservación de algunos ecosistemas es, a lo menos, delicado. La restauración y conservación de especies animales y vegetales por igual, según los científicos, debería de formar una parte protagónica en la agenda mundial de ahora en adelante.
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