15 millones de turistas en el estado de Quintana Roo, al sureste de México, dejan 200 toneladas de bloqueador en los arrecifes de coral.
El fenómeno no es nuevo. Desde hace al menos una década, se tiene registro de que los corales están quedándose sin color. En parte por el alza en la temperatura de los océanos, y en parte debido a la extensión de las ‘zonas muertas‘ en los mares: espacios sin oxígeno suficiente para albergar vida. Un nuevo factor se suma a la lista en el caso del Caribe mexicano: toneladas de bloqueador que inhiben el bienestar y salud de los arrecifes.
Una relación sin equilibrio
Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), el hecho de que los corales estén sido despojados de sus colores vibrantes está íntimamente relacionado con la actividad humana desmedida. La emergencia climática global desencadena este fenómeno, al elevar las temperaturas de los ecosistemas marinos hasta límites insostenibles.
Los corales están vivos. Además de mitigar el impacto de las tormentas tropicales, son hogar para otras especies marinas. De manera natural, dependen de algas microscópicas, conocidas como zooxantelas, para subsistir. Esta relación simbiótica se modifica cuando el medioambiente cambia. Así lo explica la institución:
«Sin embargo, cuando la temperatura del océano cambia -por ejemplo, si hace demasiado calor-, los corales se estresan y expulsan las algas. A medida que las algas se van, el coral se desvanece hasta que parece que ha sido blanqueado. Si la temperatura permanece alta, el coral no permitirá que las algas regresen y el coral morirá».
Esta descompensación genera que el ecosistema entero sufra, y entre en periodos de estrés prolongado. Al liberarse estas algas microscópicas, consumen la mayor parte del oxígeno disponible en el agua. Así, los corales —y otras especies que necesitan respirar— mueren asfixiados por hiposa. El Caribe mexicano tiene un problema más: al ser uno de los puntos álgidos del turismo nacional, los arrecifes están gravemente contaminados por bloqueador solar.
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Sin regulación, sin corales
Un estudio llevado a cabo en el sureste mexicano denuncia esta problemática. Como consecuencia del desarrollo turístico y urbanístico de la costa sureste de México, los mares están recibiendo cerca de 200 toneladas de bloqueador solar, que termina obstruyendo la respiración de los corales en la zona. El problema se identificó, específicamente, en la Ribera Maya.
Según un artículo publicado por SciDevNet, el problema se sostiene por la falta de regulaciones oficiales con respecto al uso de estos productos nocivos en las playas mexicanas. El caso del estado sureste de Quintana Roo, donde se ubica la Riviera Maya en México, es icónico: recibe al menos 15 millones de turistas cada año. A su paso, cientos de toneladas de bloqueador terminan en los arrecifes de coral.
El problema es que ciertas sustancias tóxicas, como la oxibenzona y octinoxanato, se acumulan en los tejidos de los corales. Con el tiempo, alteran su código genético a largo plazo y no les permiten respirar con normalidad. Gran parte de estos químicos nocivos vienen de cremas para la piel y protectores solares.
Otros lugares turísticos que dependen de sus playas como sustento económico ya han legislado en el pasado para evitar que estos desastres ocurran. El mejor ejemplo es Hawaii que, desde 2018, tiene protocolos específicos para mitigar el impacto del turismo en sus ecosistemas naturales. A pesar de la gravedad de la situación, el Estado mexicano guarda silencio.
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