La historia nos ha enseñado las graves consecuencias de priorizar el progreso económico a expensas del medio ambiente. Uno de los ejemplos más antiguos de esta dinámica se encuentra en el desarrollo y la caída de la antigua ciudad de Uruk, en contraste con un ejemplo moderno, las ciudades del estado de Coahuila, México.
Ser una civilización funcional implica alcanzar avances en campos como la tecnología, la ciencia y la economía. No obstante, en la búsqueda del progreso, es esencial encontrar un equilibrio entre el desarrollo humano y la preservación de nuestro entorno natural. Las interacciones con la naturaleza deben ser cuidadosamente reguladas y sostenibles.
Las ciudades sumerias, destacando Uruk en el sur de Irak, fueron pioneras en innovación. Desarrollaron su propio sistema de escritura, uno de los primeros en la humanidad, y la revolucionaria rueda para aumentar la producción de jarrones de arcilla. También diseñaron un sistema de canales para la distribución de agua, crucial para la producción agrícola.
En Coahuila, México, se encuentra una región con un sector industrial avanzado, incluyendo ramas como la automotriz, la textil, la metalmecánica y la maquila. Cuenta con una mano de obra altamente capacitada y empresas internacionales que colaboran en el desarrollo tecnológico y la producción en masa. Además, sus otros municipios son reconocidos por su alta producción de cultivos y ganado.
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Para comprender la evolución de las civilizaciones, es importante reconocer que los seres humanos abandonaron la vida nómada para establecer sistemas que garantizaran el suministro constante de alimentos, agua y refugio. Este cambio marcó un hito en la historia humana.
Podemos entender el pensamiento de los habitantes de Uruk a través de escritos y registros que se han conservado, como en la Epopeya de Gilgamesh. En este texto, se muestra la transformación del personaje salvaje Enkidu en un ser humano civilizado, simbolizando el proceso de adaptación a la vida urbana. Para lograrlo, fue necesario renunciar a las costumbres que involucraban a la naturaleza y abrazar las comodidades y los beneficios de la vida dentro de las murallas de la ciudad.
Uno de los principales desafíos de Uruk fue gestionar y abastecer a su creciente población, lo que resultó en la deforestación masiva de los bosques circundantes. Los árboles se talaron para la construcción de viviendas y embarcaciones, así como para mantener la expansión urbana. Además, se enfrentaron a fenómenos naturales que limitaron el acceso al agua de los ríos vecinos.
Las prácticas económicas de Uruk tuvieron un impacto ambiental significativo. La degradación del suelo y la pérdida de vegetación llevaron a una disminución en la calidad de vida en la ciudad, creando condiciones de hambruna por falta de cultivos exitosos.
Con el tiempo, a medida que el entorno se deterioraba, la ciudad de Uruk enfrentó problemas cada vez más graves, como la escasez de alimentos y la insatisfacción de la población. Los líderes de la ciudad se vieron atrapados en un ciclo vicioso, donde sus esfuerzos no pudieron resarcir la situación ambiental. Finalmente, Uruk experimentó un declive irreversible del que solo se poseen fragmentos de escritos y ruinas.
La historia de las ciudades sumerias concluye con escritos como “La Lamentación por la Ciudad de Ur“ o “La Lamentación por la Ciudad de Uruk“ que narran los periodos de sequía, hambrunas y desertificación que llevaron al fin de la ciudad.
La historia de Uruk nos recuerda las graves consecuencias de la explotación desmedida de los recursos naturales y la priorización exclusiva del progreso económico. Debemos aprender a equilibrar el crecimiento económico con la preservación ambiental, adoptando prácticas más responsables. Debemos planificar no solo en tiempos de abundancia, sino considerar futuras crisis.
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Recordando las etapas de una ciudad moribunda: mala administración del agua, deforestación, problemas de la salud poblacional y desafíos de infraestructura por población excedente. Es difícil no interpretarlas como presagios.
Coahuila posee la peor tasa de pérdida de cobertura arbórea según el Instituto Mexicano para la Competitividad.
Este 2023 el calor registró temperaturas récord. Este escenario ha cambiado la vida de sus habitantes, con muertes causadas por golpes de calor, las escuelas suspendieron las clases presenciales para proteger la salud de los estudiantes.
Además, en términos ambientales, los incendios, los cambios de temperatura y la escasez de agua han aumentado los avistamientos de osos negros en áreas cercanas a la Sierra Zapalinamé, así como el número de muertes de esta especie debido a atropellos en las carreteras cercanas.
El caso de Cuatrociénegas y Torreón, que han centrado sus esfuerzos en la industria agrícola, enfrenta actualmente desafíos significativos relacionados con el suministro de agua para sus habitantes.
La caída de las antiguas ciudades es un recordatorio de que nuestra supervivencia y bienestar están estrechamente vinculados a la salud de nuestro entorno. Priorizar el progreso económico sin considerar los delicados equilibrios ecológicos puede desencadenar crisis que amenacen nuestra permanencia en las urbes que hemos construido. Sería interesante conocer el pensamiento de Enkidu con respecto a Coahuila. Tal vez se parecería a la postura de algunos coahuilenses como Alejandro Argüelles, quien formó la asociación Apoya tu bosque local:
“Ya no estamos para permitirnos ese lujo, ya no estamos para permitirnos ese desinterés o esa apatía y ahorita se tiene que poner manos realmente al asunto.”
Si pretendemos evitar un escenario cercano al interpretar “El lamento a las ciudades de Coahuila”, es necesario asumir la responsabilidad a largo plazo y tomar decisiones que no solo beneficien nuestras áreas urbanas inmediatas, sino que también consideren el mundo que existe más allá de nuestras fronteras.
Este texto fue escrito por Kineret Rivera, ingeniera en sistemas computacionales con especialidad en Internet de las cosas. Kineret es parte de la red de mujeres en la ciencia nodo sureste de Coahuila. Ella busca que los proyectos tecnológicos en los que participa adquieran una carga social al servicio de la comunidad. Como presidenta del club de Girl Up Instituto Tecnológico de Saltillo se enfocó en fomentar la participación de mujeres en tecnología. También ha emprendido prototipos y diseños al servicio de la sociedad civil centrándose en el derecho a la ciudad.
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