Descubierto al noroeste de China, el virus Langya provocó un derrame zoonótico entre los granjeros de la región. Esto es lo que sabemos.
Jane Goodall, la afamada primatóloga británica, fue profética al advertir que «vendrán más pandemias si no respetamos a la naturaleza». A menos de 3 años de que se desató la crisis sanitaria global por COVID-19, dos nuevas enfermedades zoonóticas inquietan al planeta. La primera de ellas es la viruela símica, declarada recientemente como una emergencia internacional. La segunda se sigue gestando en China, infectando a decenas de personas en el país.
Conocida como virus Langya —o virus LayV, según la traducción que se haga—, esta enfermedad se identificó en la región noroeste de China, por un equipo internacional de científicos. La primera vez que se supo de un paciente positivo fue en 2018, documenta Live Science, cuando un granjero en la provincia de Shandong cayó enfermo a los 53 años.
De ser un caso aislado, en una región rural del país asiático, el virus Langya está cobrando fuerza en el país. Hoy, se tiene registro de 35 pacientes positivos. Esto es todo lo que sabemos al respecto.
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Un ‘derrame zoonótico’ al noroeste de China
El virus Langya se documentó oficialmente el 4 de agosto de 2022, según un artículo publicado en New England Journal of Medicine. En él, los investigadores explican que pertenece a la familia henipavirus. La misma familia los virus Nipah y Hendra, cuyo índice de mortalidad es alto. Hasta ahora, no existen vacunas aprobadas para tratar ninguna de estas enfermedades.
Hasta ahora, todavía no se tiene registro de infecciones transmitidas de humano a humano. Por el contrario, todos los casos han sido consecuencia de interacciones con musarañas, una especie que prolifera al noroeste de China. Además, la gran mayoría de los casos son granjeros locales. A este fenómeno se le conoce como «derrame zoonótico«.
Sin embargo, estos mamíferos pequeños no son los únicos que se han infectado del virus. Por el contrario, topos pequeños ya cuentan con rastros de la enfermedad sus teijdos y orina. Algunos perros domésticos y cabras también resultaron infectadas, en un porcentaje del 5 % y 2 %, respectivamente.
Aunque todavía no hay infecciones de humano a humano, los científicos son incapaces de descartar la posibilidad de que estas transmisiones se presenten en el futuro.
¿Cuáles son los síntomas del virus Langya?
Con respecto a la alarma mediática sobre el virus Langya, Francois Balloux, profesor de biología de sistemas computacionales en el University College London, está convencido de que esta enfermedad no representa una amenaza global por el momento. Aunque algunos medios lo reportan como una posible nueva pandemia, el especialista asegura que no parece «una repetición del covid-19 en absoluto«.
Y lo que es más: Balloux está convencido de que el virus Langya es mucho menos letal que otras enfermedades de su misma familia. Es probable, según dijo desde su cuenta personal en Twitter, que “no se transmita fácilmente de humano a humano”.
A new zoonotic virus called Langya henipavirus (LayV) has been characterised. 35 cases in humans have been found so far in 2 Chinese provinces. The first human infection identified dates back to 2018. Thus, it is not spreading fast in humans.
1/https://t.co/h638Idc8Fe pic.twitter.com/px8cAoJHwm— Prof Francois Balloux (@BallouxFrancois) August 9, 2022
Con respecto a cuáles son los síntomas, pueden destacarse los siguientes:
- Fiebre y dolor de cabeza
- Tos y vómitos
- Fatiga
- Pérdida de apetito
- Vómitos y dolores musculares
Algunos de los pacientes en China desarrollaron «signos de daño renal y hepático», documenta Deutsche Welle. Sin embargo, hasta el momento no se han reportado muertes. pero hasta el momento no se han reportado muertes.
Aunque el virus Langya no es una emergencia sanitaria todavía, las palabras de Goodall resuenan todavía. La primatóloga tiene la seguridad que defender las prácticas sostenibles sirve de muy poco si no se plantean nuevos acercamientos a la gobernanza en las potencias mundiales. Parece ser que su apuesta, a más de 50 años de trayectoria, ya no sólo descansa en la ciencia: el activismo, tal parece, ya no puede operar sin políticas serias.
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