El cometa Halley, también conocido como 1P/Halley, recibe su nombre en honor a Edmond Halley, un astrónomo y matemático inglés que se ganó un lugar en la historia de la ciencia por calcular la órbita de ese cuerpo celeste. Al principio, el científico examinó los informes de un astro que se había aproximado a la Tierra en 1531, 1607 y 1682. Tras estudiar el caso, el astrónomo concluyó que el cometa visto en los años señalados había sido el mismo.
Los trabajos de Edmond Halley ayudaron a determinar que algunos cometas orbitan alrededor del Sol. Además, se logró identificar la periodicidad con la cual este cuerpo se acerca a la Tierra. Actualmente, los científicos saben, gracias a este antecedente, que el cometa Halley es apreciado cada 75 años. De este modo, la última vez que se vio al astro, desde la superficie terrestre, fue en 1986, por lo que las previsiones apuntan a que volverá en 2061.
La antigüedad y periodicidad con las cuales cuenta el cometa Halley han hecho de éste un testigo de los diferentes momentos de la humanidad. Se ha especulado, por ejemplo, que un cuerpo de las mismas características, observado en la Grecia de los años 467 y 466 a.C., sea el astro en cuestión. No obstante, la fecha consensuada por la comunidad científica está en el 240 a.C., y corresponde a un registro hecho por astrónomos chinos.
De acuerdo con Britannica, la vez que el cometa Halley se acercó más a la Tierra fue el 10 de abril del 837, tomando una distancia de sólo 0.04 unidades astronómicas. Más allá de estos testimonios, están aquellos de los cuales las manifestaciones artísticas han dado cuenta.
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La enciclopedia citada apunta que este cometa fue el que se observó seis meses antes de la conquista normanda de Inglaterra en 1066 y representado en el Tapiz de Bayeux de aquella época. Otro ejemplo viene de su paso en 1301, el cual se considera que inspiró la forma de la Estrella de Belén que el pintor italiano, Giotto, utilizó en su Adoración de los Magos, obra de 1305.
El último avistamiento del cometa Halley, el de 1986, tomó a los científicos mucho más preparados para poder conocer mejor la naturaleza del que se considera el astro más famoso de su tipo. En aquel tiempo, varias naves espaciales interplanetarias pasaron junto a esta celebridad astronómica y lograron capturar algunas imágenes de gran utilidad para investigaciones del momento y posteriores.
Estos primeros referentes visuales hicieron notar a un objeto obscuro, con forma de “patata” y de unas dimensiones de 15 × 8 km. Tal y como se pensaba, el núcleo resultó ser una mezcla de agua y otros hielos volátiles y polvo rocoso.
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Esa corteza llamó la atención de los astrónomos, quienes quedaron sorprendidos por el intenso color negro que recubre la capa. En consecuencia, ella solo refleja el 4% de la luz solar que recibe, por los que parece estar conformada por compuestos volátiles y silicatos.
Los cometas son objetos formados a partir de hielo y polvo. Gracias a esa constitución, cuando estos cuerpos se acercan al Sol, en razón de la trayectoria de su órbita, sus componentes se evaporan, creando de esta manera su característica estela o cola.
Se considera que puede haber billones de cometas en el Sistema Solar, sin embargo, los más brillantes solo son apreciados desde el cielo nocturno de la Tierra una vez por década. En términos generales, existe una clasificación para estos objetos, la cual los agrupa en cometas de período corto y cometas de período largo.
Sobre lo último: los de periodo corto tardan menos de 200 años en orbitar alrededor del Sol, y varios de ellos proceden del Cinturón de Kuiper, un anillo de cuerpos helados situado más allá de la órbita de Neptuno. De estos, el más conocido es el cometa Halley, que aparece cada 75 o 76 años.
Finalmente, de acuerdo con la NASA, los de periodo largo llegan a tomar de miles a incluso millones de años en moverse en torno al Sol. La mayoría de estos vienen de la Nube de Oort, una teórica colección de objetos que rodean los confines del Sistema Solar. Contrario a los anteriores, los cometas de periodo largo son más difíciles de predecir, en lo referente a su aparición en el cielo nocturno, porque son pocos los registros que se han tomado de ellos.
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