Cada verano, la órbita de la Tierra coincide con los restos de polvo estelar y rocas que deja a su paso el cometa 96P/Machholz, un visitante asiduo entre los planetas interiores del Sistema Solar.
A una velocidad de 41 kilómetros por segundo, el cometa 96P/Machholz se aleja hasta extenderse más allá de Júpiter y tras un periodo de 5.3 años regresa hasta alcanzar su punto más caliente en un acercamiento extremo al Sol, internándose más allá de la órbita de Mercurio.
En ese momento, el calor del Sol provoca que su núcleo se convierta en gas, dando forma a una cola que puede extenderse por miles de kilómetros de longitud.
Los fragmentos que quedan suspendidos se encuentran con nuestro planeta a finales de julio y se precipitan a la atmósfera como un bólido incandescente que recorre una región del cielo nocturno en cuestión de segundos: se trata de las Delta Acuáridas, una de las lluvias de estrellas más visibles en el hemisferio sur.
Las Delta Acuáridas aparecen en el cielo nocturno desde mediados de julio hasta finales de agosto; sin embargo, el mejor momento para observarlas coincide con los últimos días de julio. En 2021 el pico de máxima actividad ocurrirá en las noches del 28 y 29 julio, cuando será posible ver hasta 20 meteoros por hora en condiciones óptimas.
Para encontrar las Delta Acuáridas en el cielo nocturno no hace falta un telescopio ni otro instrumento óptico. Basta con encontrar un sitio libre de contaminación lumínica (preferentemente un entorno rural, lejos de la luz de las grandes ciudades) que permita una observación lo más amplia posible de la bóveda celeste.
El siguiente paso será ubicar la constelación de Acuario, que aparecerá por el este al caer la noche y describirá una trayectoria más amplia por el cielo nocturno mientras más al sur se encuentre el observador. En teoría, la mayoría de meteoros parecen originarse en el radiante cercano a Acuario, pero como en toda lluvia de estrellas, los destellos son impredecibles y pueden aparecer en cualquier parte del cielo en cuestión de segundos.
Para mejorar la observación, es necesario armarse de paciencia y dejar de lado cualquier luz artificial (incluso la del teléfono celular). Unos treinta minutos después de mirar al cielo nocturno, los ojos estarán listos para cazar meteoros en la oscuridad.
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