Un espectáculo estelar ha venido a revolucionar el cielo del otoño. Aquí te contamos cual es el origen del cometa Tsuchinshan Atlas.
Últimamente hemos escuchado mucho sobre el cometa C/2023 A3 Tsuchinshan Atlas, pero fue descubierto a principios del 2023. Se trata de un visitante lejano, de una visita esporádica, ya que no volverá a visitar al Sol hasta dentro de varias decenas de miles de años. ¿Estás listo para conocer más sobre este cometa, su historia y para qué sirve estudiar este tipo de objetos astronómicos?
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Un viaje desde la periferia del Sistema Solar
El cometa Tsuchinshan Atlas, o simplemente Atlas, recibe este nombre en honor a sus descubridores: Un observatorio que está en Tsuchinshan (China) y el Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System (ATLAS), un sistema robótico que detecta pequeños Objetos Cercanos a la Tierra.
El cometa Atlas recorre un largo camino alrededor del Sol en una órbita muy elíptica, es decir, muy ovalada, a diferencia de los planetas del Sistema Solar cuya órbita es casi circular. Su lugar de procedencia en el Sistema Solar lo hace recorrer esa órbita en 80,660 años.
El Sistema Solar es mucho más grande de lo que muchas veces nos que imaginamos. Además de los ocho planetas, existen otras estructuras más allá, como lo son el Cinturón de Kuiper (no confundir con el Cinturón de Asteroides), que se encuentra más allá de Neptuno y que es hogar de objetos astronómicos helados, compuestos de metano, amoniaco y agua congelada principalmente. De hecho, el cinturón de Kuiper es el verdadero hogar del planeta enano Plutón. Los cometas que pertenecen a este cinturón recorren su órbita en unos 200 años o menos.
Un cometa que viene de los confines del Sistema Solar
Pero ahí no termina el Sistema Solar, ya que sus verdaderos confines están relacionados con una nube hipotética en forma de esfera y cuyos límites se extienden hasta casi un año luz: la Nube de Oort. Para darnos una idea de la lejanía de esta nube que envuelve al Sistema Solar, a una nave espacial tripulada le tomaría unos 3 mil años llegar, mientras que a las sondas más veloces unos 150 años.
La nube de Oort es el hogar de miles de millones de cometas que tardan miles de años en darle la vuelta al Sol y el cometa Atlas no es el primero en visitarnos, el famoso cometa C/2006 P1 McNaught es otro distante cometa que en ese mismo año ha brindado un increíble espectáculo en los cielos sureños.
Así pues, el cometa Atlas se mueve a unos 80 km/s en su punto más cercano a nuestra estrella, punto conocido como perihelio. Esta velocidad orbital que alcanza es muy grande: si pudiéramos movernos a esa velocidad, llegaríamos a una ciudad vecina que se encuentra a 80 km de distancia en un segundo.
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El Tsuchinshan Atlas, un frío sobreviviente de agua, dióxido de carbono, amoniaco y cianuro
Conocidos también como «bolas de hielo sucias», los cometas se formaron antes que el Sol, hace más de 4600 millones de años, y son prácticamente material que sobró de ese proceso, por eso su estudio es importante para poner piezas clave que ayudan a entender la formación del Sistema Solar. Están compuestos principalmente por hielo, rocas y polvo rico en materia orgánica, mismo que les da esa apariencia oscura o de bola sucia.
Por otro lado, se esperaba que el cometa Atlas se desintegrara al acercarse al Sol a principios del 2024, pero ha sobrevivido a este acercamiento que nunca había ocurrido en toda la historia de la humanidad.
El cometa Atlas está compuesto principalmente por agua, dióxido de carbono y amoniaco, además de que en estudios recientes han encontrado cianuro; sorprendentemente, no cuenta con mucho carbono, algo que no es común en los cometas.
Cuando los cometas se acercan al Sol pierden parte de su material al calentarse y se subliman, pasando directamente del estado sólido al gas, proceso que nos permite ver en algunos casos las bellas colas o caudas de polvo y gas. Aunque el cometa Atlas tiene más polvo que otros elementos volátiles, su tamaño y composición hacen que tenga lo suficiente para haber empezado ya a darnos un espectáculo en el cielo digno de ver.
Este artículo ha sido escrito por la Dra. Mónica W. Blanco Cárdenas, astrofísica y comunicadora científica/ IG: @cieloscuro_astromonica
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