.Las redes sociales y medios de comunicación se han inundado de increíbles imágenes del eclipse total de Sol del pasado 8 de abril. Hagamos un breve repaso de los experimentos que se han realizado en ese inolvidable día y cuál es su finalidad en el entender los eclipses.
El eclipse total de Sol de 1919 puso a prueba por primera vez la Teoría de la Relatividad General de Albert Einstein. Su alcance llega incluso a las finas correcciones que se hacen en las precisas señales de los GPS que utilizamos día a día. Estudiar los eclipses es más importante de lo que crees
El descubrimiento del helio, ese elemento que produce el Sol como parte de las reacciones termonucleares en su interior, fue gracias a un eclipse total de Sol. De hecho, el nombre helio proviene de la palabra griega Helios, que significa Sol.
Al escuchar helio probablemente pienses en coloridos globos para fiestas u ocasiones especiales. Este es quizá un elemento químico que consideramos muy ajeno a nuestros cuerpos o que no nos aporta beneficio alguno. Sin embargo, el helio es utilizado en medicina, concretamente para enfriar los imanes que generan la superconductividad y así obtener sofisticadas imágenes por resonancia magnética.
De igual manera, el helio se utiliza en medicamentos para tratar desde problemas respiratorios, como asma, hasta para proteger al miocardio de isquemias cardiacas.
¿Por qué ha sido importante estudiar el eclipse del 8 de abril?
Aunque las nubes fueron un factor de incertidumbre a lo largo de la umbra (franja de la totalidad) no lo fueron para la mayoría de los experimentos que se realizaron ese día. La interacción entre luz del Sol que no ha sido bloqueada por la Luna durante el eclipse con la atmósfera de la Tierra fue principal objetivo de los experimentos.
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La capa más externa de la atmósfera del Sol, conocida como corona solar, es un plasma aún más caliente que su superficie, así como las prominencias o eyecciones de masa coronal que se mezclan con el viento solar.
Esa interacción entre viento solar y campo magnético es la responsable de las hermosas auroras boreales que se producen en la parte alta de la atmósfera (ionosfera), cuyo grosor cambia según a la energía que le llega del Sol.
La ionosfera es fundamental para nuestra sociedad, ya que en ella rebotan las señales de radio que utilizamos para las telecomunicaciones, mientras que, gracias al campo magnético, la atmósfera terrestre no se desgasta, como en Venus o Marte. Al final, esto evita constantes geotormentas, permitiendo el funcionamiento adecuado de las telecomunicaciones.
Además, el Sol es una estrella que cuenta con periodos más activos que otros y su ciclo de actividad dura 11 años. El eclipse del 8 de abril se produjo en un periodo próximo a una máxima actividad solar, por lo que ofrece resultados distintos a los obtenidos en los eclipses del 2019 o 2017.
Todo lo anterior afecta a lo que conocemos como clima espacial y, así como el clima en la superficie de la Tierra nos afecta, lo que ocurre en el espacio también lo hace.
Aviones, cohetes, papalotes y más para hacer experimentos
Aviones especiales volaron el 8 de abril desde 1 a 20 km, alcanzando las partes altas de la atmósfera y llevando consigo sofisticados aparatos, como cámaras que han observado en luz visible e infrarroja para estudiar la interacción entre la corona solar y la atmósfera terrestre, así como tenues anillos de polvo entre nosotros y el Sol en búsqueda de asteroides y para un mejor monitoreo del clima espacial. Otros aviones, e incluso una especie de papalotes, estudiaron los elementos químicos y características de la corona por medio de una técnica conocida como espectroscopia. Tres cohetes que alcanzaron 450 km de altura estudiaron cómo afecta a la ionosfera la caída abrupta de temperatura, así como a los campos magnéticos y eléctricos.
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Científicos del Instituto de Geofísica (UNAM) estuvieron en tres diferentes puntos de México monitoreando ondas de muy baja frecuencia (VLF). Estas ondas VLF ayudaban a posicionar barcos y siguen rebotando por todo el mundo, el propósito de los estudios es saber cómo interactúan las ondas VLF con la ionosfera, limpiando el efecto de la luz del Sol en la ionosfera durante el eclipse.
Y esto no acaba aquí, incluso los eclipses anulares, como el que está a punto de ocurrir el próximo 2 de octubre de 2024 en Sudamérica, ofrecen una oportunidad para practicar algunos de los importantes experimentos realizados en los eclipses totales de Sol.
Este texto fue escrito por la astrofísica y divulgadora de ciencia Mónica Blanco.
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