Así como sucede con otros astros, el color del Sol cambia a lo largo de millones de años. Esto es lo que sabemos.
“Hay pintores que transforman el Sol en una mancha amarilla”, dijo Pablo Picasso en una entrevista en la década de los 50. Y es cierto: la convención humana nos ha enseñado que el astro principal de nuestro Sistema Solar es una bola dorada, que corona la bóveda celeste con cada día que empieza. Sin embargo, a nivel astronómico, esto es poco realista.
A diferencia de lo que nos enseñan en la educación básica, el color del Sol no es estático. Por el contrario, cambia a lo largo de su vida. Y no corresponde precisamente con la manera en la que lo vemos todos los días en el cielo. Aquí te explicamos por qué.
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El Sol no es precisamente amarillo
Antes que nada, habría que entender que el Sol es una estrella. Como tal, tiene un espacio de vida: nace, se desarrolla y muere. Según la plataforma Sistema Solar.
Como otras estrellas en el Universo, el Sol emite luz. Esto permite que el espectro de visión humano lo interprete a veces como amarillo, otras como rojo y algunas más como una bola blanca en el cielo. En esta percepción también inciden las condiciones atmosféricas, que modifican la interacción de la luz solar con nuestro planeta.
«El sol emite luz en todos los colores visibles del espectro electromagnético de manera bastante uniforme», documenta Space. «Cuando estos se juntan unidos a la luz del sol, el sol aparece blanco. Esto es útil porque si este equilibrio se eliminara, los colores menos favorecidos serían difíciles de ver».
Aún así, nuestro Sol está catalogado oficialmente como una estrella enana amarilla. Esta etiqueta quiere decir que quema hidrógeno, y que figura entre las más masivas de su grupo, ya que es una G2.
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El color de las estrellas cambia
Según la etapa de vida en la que se encuentren, el color de las estrellas cambian. Por eso, las tonalidades que adquiera el Sol va a variar a lo largo de millones de años. En general, todas las estrellas pasan por ser de color azul, blanco, rojo y dorado, según su edad. Hacia el final de su vida, sin embargo, se convierte en una supernova propensa a estallar.
La explosión de una supernova es el fenómeno central de cómo muere una estrella. Según la NASA, este tipo de estallidos cósmicos son los más grandes que ha observado la humanidad en la historia. Suceden cuando una estrella está moribunda —con masas 5 veces más grandes que la de nuestro Sol—, e intenta conseguir combustible para mantenerse con vida.
Entonces, ¿de qué color es el Sol?
En la actualidad, cuando los astrónomos observan al Sol, se enfocan en el rango de longitudes de onda de la luz para determinar su color. Esto incluye la «luz visible y luz que no es visible a simple vista«, explica Space. En las imágenes de la estrella que vemos generalmente se usan filtros, que nos dan una idea de qué color es el Sol.
Por ello, como se muestra en la imagen de la sección anterior, hay ocasiones que las fotografías del astro aparecen con colores con los que generalmente no lo representamos. Morado, verde, azul e incluso rosa figuran entre estas tonalidades, que dependen de los filtros usados para darle color:
«Estas imágenes del sol en luz no visible a menudo se reproducen en colores visibles que generalmente no se asocian con el sol. Eso significa que hay un verdadero arco iris de imágenes de colores exóticos de nuestra estrella en línea que representan observaciones en diferentes longitudes de onda de luz», documenta el medio.
Por ello, comprender el color del Sol dependen totalmente de qué tanto conozcamos del espectro electromagnético. Específicamente, de las diferentes longitudes de onda que éste comprende. Así que no —el Sol no es precisamente amarillo.
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