Al centro de la Vía Láctea existe un agujero negro supermasivo cuyo comportamiento desconcierta. Sin embargo, ya hay una explicación a este.
Sagitario A* es el agujero negro supermasivo del centro de la Vía Láctea. Tiene 4 millones de veces la masa de nuestro Sol y 23,5 millones de kilómetros de ancho. Este enorme monstruo cósmico intriga a los científicos, entre otras cosas, por dos razones principales: la velocidad de su giro y la orientación de este, con respecto al resto de la galaxia.
Ahora, gracias a los datos del telescopio que captó por primera vez la imagen del agujero negro, en 2022, están comenzando a revelarse los grandes secretos de este, como, por ejemplo, que nació de una fusión con otro agujero negro gigante hace miles de millones de años y que, hasta la fecha, el actual presenta efectos de aquel impresionante suceso.
Más allá de dar claridad a este caso en particular, el trabajo, que ahora está publicado en un artículo de la revista Nature Astronomy, es de gran valor para abrir los horizontes del entendimiento de estos objetos tan misteriosos, pero fascinantes, del cosmos.
«Este descubrimiento allana el camino para nuestra comprensión de cómo los agujeros negros supermasivos crecen y evolucionan», dijo en un comunicado Yihan Wang, autor principal del estudio y astrofísico de la Universidad de Nevada (Estados Unidos). “El alto espín desalineado de Sagitario A* indica que puede haberse fusionado con otro agujero negro, alterando drásticamente su amplitud y orientación de giro”.
Un giro inusual
Por lo que sabe, las fusiones de agujeros negros supermasivos se producen cuando galaxias enteras se juntan. La nuestra, la Vía Láctea, no está limpia de eventos así. Se estima que esta colisionó con al menos una docena de galaxias durante los últimos 12 mil millones de años.
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Con el objetivo de conocer cómo se originó el agujero negro supermasivo de la Vía Láctea, los autores del estudio citado utilizaron datos obtenidos con el telescopio Event Horizon para crear un modelo del comportamiento del objeto a lo largo del tiempo.
Lo que vieron los científicos es que la orientación y ritmo inusual del agujero negro supermasivo son resultado de la fusión con otro, de similares características, pero de una galaxia diferente.
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“Esta fusión se produjo probablemente hace unos 9 mil millones de años, tras el encuentro de la Vía Láctea con la galaxia Gaia-Enceladus”, afirman los autores en el comunicado.
Con resultados como estos, la espera por nuevas tecnologías, que permitan revisar mejor el pasado galáctico, se hace apremiante. De dar los resultados esperados, se obtendrían más detalles sobre este y otros episodios del Universo.
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