A pesar de existir el interés por migrar al espacio, es probable que resulte tóxico para los microorganismos de nuestro cuerpo.
Tras la aparición del turismo aeroespacial, es probable que los humanos seamos testigos de nuestra expansión como especie fuera de la Tierra. Sin embargo, los proyectos de habitar la Luna o Marte traen consigo una preocupación: ¿Los seres humanos podrían resistir el cambio de vivir en el espacio si es tóxico para la vida de los microorganismos?
Para los expertos, es crucial entender cómo la exposición prolongada al espacio podría afectar la salud. Esto incluye aspectos como la microgravedad, la radiación y la reacción de nuestros microorganismos en el espacio.
Un equipo internacional de científicos ha investigado este último aspecto del cual aún no existe mucha información.
Los microorganismos y el espacio
El microbioma humano, que consiste en bacterias, hongos y virus, es fundamental para el bienestar, influyendo en la respuesta del cuerpo a su entorno. En un estudio reciente, se examinó cómo la ingravidez y la radiación espacial, incluyendo los rayos cósmicos, afectan la microbiota de los astronautas.
Estos rayos al generarse a partir de elementos más pesados que el hidrógeno o el helio, se conocen como iones HZE, que son potencialmente peligrosos.
Si bien la magnetósfera protectora de la Tierra evita que las partículas lleguen a la superficie, los astronautas están expuestos a ellas regularmente. Aunque existe la posibilidad de generar resistencia a la radiación, este efecto puede variar entre individuos.
Por otro lado, la resistencia a los antibióticos representa otro riesgo letal para los astronautas, quienes se arriesgan a infecciones durante misiones de larga duración. Los viajes espaciales y la prolongada exposición a la microgravedad pueden debilitar el sistema inmunológico, disminuyendo su resistencia natural a los microbios.
Por una adaptación microbiana
Además de abogar por una mayor comprensión de cómo la radiación espacial afecta los microorganismos, la investigación sugiere el uso de la Estación Espacial Internacional como un lugar para estudiar la interacción entre el microbioma humano y el entorno espacial.
Una exposición a la radiación dentro de la estación espacial no solo podría generar resistencia a altos niveles de daño al ADN causado por HZEs, sino también a otros factores que amenazan la actividad bacteriana como los antibióticos.
La adaptación de los microorganismos al espacio plantea desafíos significativos, destacando la necesidad de identificar posibles riesgos y desarrollar estrategias de mitigación. Esto incluye la selección de astronautas con alta respuesta adaptativa a la radiación para misiones espaciales de larga duración.
A pesar de los desafíos técnicos y logísticos, comprender cómo la exploración espacial afecta nuestro microbioma es fundamental para garantizar la salud y seguridad de los exploradores espaciales en el futuro.
Este texto fue escrito por Ana Paola Martínez, periodista mexicana entusiasta hacia temas de índole social. Colabora como redactora en National Geographic en Español.
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