A finales de enero de 2022, Bill Gray (astrónomo independiente y creador de un software para monitorear objetos cercanos a la Tierra) rastreó la caótica ruta de una etapa de cohete en trayectoria de colisión con la Luna.
Según sus cálculos, Gray estimó que el objeto colisionará con el lado oscuro de la Luna el 4 de marzo de 2022, provocando un cráter superficial que alcanzará hasta 20 metros de diámetro. Al analizar el origen del objeto, el astrónomo explicó que se trataba de una de las dos etapas de un cohete Falcon 9, propiedad de SpaceX, que fue lanzado en febrero de 2015 para poner en órbita un satélite para observar el clima, propiedad de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica.
La hipótesis principal de Gray era que tras siete años de vagar erráticamente en la órbita terrestre, los restos del Falcon 9 se habían alejado lo suficiente de la Tierra como para ser atraídos por la influencia gravitatoria de la Luna.
La noticia se difundió ampliamente a principios de febrero de 2022; sin embargo, después de recibir una serie de observaciones de Jon Giorgini del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL-NASA), Gray comprendió que estaba en un error.
Con los nuevos datos, el astrónomo corrigió su primer cálculo y dio a conocer que el objeto en ruta de colisión a la Luna no se trataba de un cohete de SpaceX: en su lugar, los datos indican son los restos de un Long March 3C, un cohete chino que se encargó de lanzar la misión lunar no tripulada Chang’e 5-T1 de la Administración Espacial Nacional China (CNSA).
Al conocer la noticia, Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, negó que se tratara de la etapa de un cohete lanzado por la CNSA y explicó que explicó que las políticas de exploración espacial del país se ajustaban a los tratados internacionales, de modo que los restos del Long March 3C se habían monitoreado desde su lanzamiento en octubre de 2014 y habían reingresado a la atmósfera terrestre sin mayor problema.
Desde entonces, la procedencia del cohete que se estrellará contra la Luna el próximo 4 de marzo se mantiene como una incógnita, ante una indignación creciente sobre la contaminación provocada por la basura espacial y la laxa legislación al respecto.
Según un artículo de Adam Mann en Science, la Luna posee un aproximado de 200 grandes piezas de basura espacial orbitando a su alrededor, un cálculo estimado ante la imposibilidad de rastrear con precisión los restos de satélites y otros desechos que orbitan alrededor de nuestro satélite natural.
Además, a diferencia de la Tierra donde los restos de cohetes y satélites que regresan al planeta arden al entrar en contacto con la atmósfera, los objetos que se aproximan a la delgada atmósfera lunar impactan contra ella de forma íntegra, levantando el regolito lunar tras el impacto.
Ante la falta de un mecanismo global de vigilancia que permita seguir de cerca la basura espacial lunar y con decenas de misiones que tendrán la Luna como objetivo a partir de esta década, el aumento de la contaminación lunar es una posibilidad latente.
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