Después de darse un festín con las galaxias más pequeñas que le quedan a la mano, Andrómeda deja ‘migajas cósmicas’ a su paso. Y así lo ha hecho por miles de millones de años, según un estudio de la Universidad de Sydney, en Australia. Como la galaxia en espiral más próxima a la Vía Láctea, ¿sería posible que nuestra propia galaxia tenga la misma suerte? Esto es lo que sabemos.
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El fenómeno se observó por primera vez cuando el equipo de astrónomos en Australia estaba estudiando la Estructura Dulais, «llamado así por el término galés para ‘corriente negra'», documenta Space. Esta región habita en Andrómeda, pero parece haberse originado en otra galaxia. Esto llevó a los investigadores a pensar que, tal vez, había sido devorada por un coloso cósmico.
Por esta razón, los astrofísicos describen a esta corriente de estrellas como las ‘sobras’ de un festín cósmico que Andrómeda se dio en algún momento de la historia. Parece ser, además, que no es la primera vez que esto ocurre: a lo largo del tiempo, la atracción gravitacional insaciable de Andrómeda ha acabado de la misma manera con galaxias más pequeñas.
A partir de estas observaciones, los científicos en Sydney determinaron que el crecimiento de Andróemda ha sido violento y esporádico:
«Nos hemos dado cuenta en las últimas décadas de que las galaxias crecen comiendo sistemas más pequeños, por lo que las pequeñas galaxias caen y son devoradas, es canibalismo galáctico», explica en un comunicado Geraint Lewis, astrofísico de la Universidad de Sydney y autor principal de la nueva investigación.
Así es como se podría explicar que, alas afueras de Andróemda, orbiten objetos más pequeños. Podría ser que sean los restos de otros festines cósmicos que la galaxia se ha dado en el pasado, en épocas diferentes de su desarrollo en el Universo.
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«El camino que seguirá la Vía Láctea ya está escrito», explica el periodista de ciencia Alejandro I. López:» nuestra galaxia desaparecerá una vez que colisione con Andrómeda, su galaxia vecina.» Esto se debe a la atracción gravitatoria que ambos cuerpos tienen entre sí: es verdaderamente tan poderoso, que eventualmente se unirán para formar una nueva súper-galaxia.
De hecho, este proceso ya comenzó. Ambas estructuras se aproximan la una a la otra a 400 kilómetros por hora, documenta la NASA. Aunque esta velocidad es imperceptible para los seres humanos, marca el camino irremediable para la formación de Lactómeda, el nuevo cuerpo que integrará a Andrómeda y la Vía Láctea.
Los astrofísicos estiman que la colisión se concrete en unos 4 mil millones de años. Se piensa que, cuando nuestra vecina cósmica se termine de precipitar sobre nuestra galaxia, se formará una estructura elíptica gigante. Visto así, no es como que Andrómeda devorará a la Vía Láctea: por el contrario, se unirán para formar una estructura mucho más grande, compleja y armoniosa.
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