¿Vida en la luna? Aunque parezca imposible creerlo el día de hoy, esta noticia puso al mundo de cabeza. Esta es la historia.
Durante una semana del mes de agosto de 1835 existía un consenso general de que había vida en la luna, y no se trataba de pequeños organismos invertebrados. Sino de seres alados inteligentes que convivían en bosques, playas y castillos celestiales.
El 25 de agosto de 1835, The New York Sun, prestigioso periódico con base en Nueva York, publicó el primero de seis artículos de una serie titulada «Descubrimientos Celestiales». Donde narraban los maravillosos Descubrimientos Astronómicos que había realizado John Herschel, con su enorme telescopio.
La vida en la luna…
El joven astrónomo inglés supuestamente había construido el telescopio más grande de la historia, con el que podía ver los objetos de la Luna como si estuvieran a 80 metros de distancia. Los primeros tres artículos publicados en esta serie describían las observaciones de Herschel desde Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica. Había agua en forma de ríos y playas, árboles altos, una abundancia de vegetación y vida inteligente en la Luna.
La cuarta publicación de esta serie reveló que la Luna estaba habitada por «hombres murciélagos», cubiertos de pelo color cobre, con caras amarillentas y alas lampiñas, conformadas por una fina membrana. Con la altura estimada de 1.20 m, estos Vespertilio homo (su nombre en latin) tenían rasgos de comportamiento parecidos a los nuestros, cargaban a sus crías en los brazos y se comunicaban con movimientos de las manos.
El mundo enloqueció…
El mundo enloqueció ante esta noticia, era tema de conversación en las universidades y en Europa. El New York Times denominó los descubrimientos como «probables y posibles», el ‘New Yorker’ dijo que los hallazgos implicaban una nueva era de la ciencia y la astronomía. Mientras tanto The New York Sun seguía elevando sus ventas. Antes de publicar esta noticia, el periódico vendía alrededor de 8 mil ejemplares diarios. Para la cuarta publicación de «Descubrimientos Celestiales» estaban vendiendo más cercano a los 20 mil periódicos diarios.
La última publicación narraba las actividades de los habitantes de la luna, que construían y hacían arte. Herschel había encontrado una variedad de la especie vespertilio homo que era más desarrollada e inteligente pero ante todo se remarcaba la armonía lunar de todas las especies que habitaban el territorio. Se dio a conocer que por la acumulación de rayos de sol en el lente se había incendiado el observatorio y la luna ya no era visible. Sin embargo, se despidieron con la promesa de que Herschel reportaría más sobre la nueva especie de «hombres murciélagos» que no solo parecían ser superiores pero también eran infinitamente más bellos, con cierta similitud a los ángeles de la pinturas europeas.
Pero todo era mentira…
La realidad es que se trataba de una gran mentira y pasó a la historia como el primer gran caso de fake news al que se refiere como “La Gran Mentira de la Luna”. Herschel efectivamente estaba en Sudáfrica y tenía un telescopio, pero no era lo suficientemente grande para observar los objetos de la luna y esta no era su objeto de estudio.
Los artículos del «Sun» se basaban en una publicación del doctor Andrew Grant, acompañante y redactor de Herschel, en el Edinburgh Journal of Science. El doctor Grant era completamente imaginario, al igual que los descubrimientos que escribió en el artículo inexistente que supuestamente se publicó en una revista científica que había cerrado hace dos años.
Después de la mentira…
John Herschel no tuvo nada que ver con esta historia inventada, de hecho tardó semanas en enterarse de las falsas acreditaciones que se le habían hecho a su nombre. Después de aclarar que eran falsas, llegó a bromear de que su próxima publicación resultaría sumamente aburrida en comparación a los falsos descubrimientos publicados.
Para cuando terminó la serie, el New York Sun era el periódico más leído del mundo, y aunque se descubrió que todo se trataba de una mentira, sus ventas no se vieron afectadas.The New York Sun nunca admitió la falsedad de la serie de artículos y, a la fecha, no se sabe por completo quién fue la mente creativa responsable de inventar esta noticia.
Este texto fue escrito por Adriana Silva Betancourt, estudiante de Comunicación con interés en el periodismo político y social, aspirando a hacer un cambio.
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