Pronto estaremos viendo el lanzamiento del primer satélite de madera, una iniciativa que promete cambiar la exploración espacial.
Tal parece que el material del futuro, en lo tocante a la exploración espacial, ya está al descubierto. En el verano de este año científicos estadounidenses y japoneses lanzarán el primer satélite de madera. Con esto, la idea es seguir conociendo el Universo sin dañar nuestro planeta y el espacio exterior.
Una alternativa al problema
La crisis de la basura espacial es enorme. Según datos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la actualidad hay alrededor de 13 mil satélites orbitando la Tierra, de los cuales, aproximadamente, solo 8 mil están funcionando.
Si lo anterior no fuera suficiente, tenemos que sumar los restos de naves espaciales que han sido lanzadas desde nuestro planeta a lo largo de los años, y otros fragmentos desprendidos por artefactos de similar naturaleza. A todo eso es a lo que bien se ha llamado “basura espacial”.
Claramente los científicos están frente a una disyuntiva que pone cara a cara un problema de contaminación y la necesidad de seguir conociendo el Universo y conectando a la humanidad. Sin embargo, un satélite de madera podría cortar el listón para toda una generación de objetos artificiales.
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El nombre del innovador satélite es Lignosat. Fue resultado de varias pruebas que se hicieron desde 2020 con tres tipos de madera en el espacio: el abedul de Erman, el cerezo japonés y la magnolia bovate.
Tras ver que la madera de la magnolia era la que mejor resistencia presentó en los 290 días que duró la prueba, los científicos concluyeron que esta debía ser la elegida para dar vida al primer satélite hecho con este material.
¿Por qué usar madera?
Los satélites de metal se queman por completo cuando entran en la atmósfera de nuevo. De ese suceso se derivan sustancias nocivas y desechos, y las partículas que quedan suspendidas dañan la capa de ozono. Con la madera la historia es otra.
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«Cuando se utiliza madera en la Tierra, hay problemas de combustión, putrefacción y deformación, pero en el espacio no los hay: En el espacio no hay oxígeno, por lo que no se quema, y no hay seres vivos viviendo en ellas, por lo que no se pudren», explica Koji Murata, investigador de la Universidad de Kioto, a CNN.
Será en el verano de este año cuando sea lanzado este satélite que promete armonizar la relación entre la investigación y la conectividad con el cuidado de nuestro planeta y el espacio.
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