Uno de los objetivos del programa Artemis de la NASA es consolidar la presencia humana en la Luna. A diferencia del hito de 1969, el regreso de misiones tripuladas a nuestro satélite natural marcará el inicio de una nueva era de exploración del espacio, esta vez con la intención de establecer las condiciones para mantener humanos más allá de la Estación Espacial Internacional.
Una de las claves para lograrlo es la utilización de recursos in situ (ISRU, por sus siglas en inglés), un método que propone aprovechar todos los recursos disponibles en el lugar para vivir, trabajar y completar las tareas de las misiones que proponen la permanencia humana más allá de la órbita terrestre; especialmente el agua, oxígeno y metano.
A diferencia del oxígeno que respiramos en la Tierra, la mayor parte del oxígeno de la Luna no se encuentra disperso en su atmósfera, una capa delgada formada principalmente por argón y helio. En su lugar, el gas yace atrapado dentro del regolito lunar, la capa más superficial de piedra y polvo que cubre su atmósfera.
De ahí que extraer el oxígeno de la Luna sea un desafío tecnológico sin precedentes, aún más cuando se trata de una operación que debe realizarse a 384,000 kilómetros de la biosfera.
Según John Grant, Profesor en Ciencias de la Tierra en la Southern Cross University de Australia en un artículo para The Conversation, cerca del 45 % de los minerales que forman el regolito lunar contienen oxígeno.
Grant estima que cada metro cúbico contiene cerca de 1.4 toneladas de oxígeno. Considerando solamente el material más accesible debajo de la superficie lunar y tomando en cuenta que según la NASA, los humanos requerimos de 800 gramos de oxígeno diarios para sobrevivir, entonces la extracción del total de oxígeno lunar a una profundidad de diez metros sería suficiente para asegurar la supervivencia de las 8 mil millones de personas que hoy habitamos la Tierra durante los próximos 100,000 años.
“La extracción de oxígeno del regolito lunar requeriría un gran equipo industrial. Primero tendríamos que convertir el óxido de metal sólido en líquido, ya sea aplicando calor o combinándolo con disolventes o electrolitos. Tenemos la tecnología para hacer esto en la Tierra, pero mover este aparato a la Luna (y generar suficiente energía para operarlo) será un gran desafío”, explica Grant.
En octubre de 2021, NASA firmó un acuerdo con la Agencia Espacial Australiana con el objetivo de probar un rover capaz de recoger y transportar regolito lunar hacia un sistema de utilización de recursos in situ (ISRU), parte de un módulo de aterrizaje lunar comercial. Este vehículo formará parte de las misiones posteriores de Artemis:
“Instalada en el módulo de aterrizaje, la demostración ISRU de la NASA, intentará extraer oxígeno del regolito lunar. El suelo contiene oxígeno en forma de compuestos químicos en elementos como hierro y silicio. La demostración de tecnología a pequeña escala ayudará en el diseño de unidades más grandes y capaces en el futuro”, explica la NASA en un comunicado.
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