Entre el furor de la nave Chandrayaan-3 y la decepción de Luna-25, estamos viendo nacer una nueva carrera espacial.
Los últimos pies en tocar la Luna, por supuesto dentro de sus trajes de astronauta, fueron los de Charles Duke y Alan Shepard en 1972. Desde entonces, ningún país ha vuelto a enviar misiones tripuladas a nuestro satélite natural. Sin embargo, entre Artemis II, Luna-25 y Chandrayaan-3, el ímpetu por explorar la superficie lunar está más vivo que nunca. Podríamos estar presenciando el nacimiento de una nueva carrera espacial.
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Fuera de foco
Desde que los seres humanos comenzamos a emprender viajes por el espacio exterior, sólo tres países habían podido hablar de sus méritos en la exploración de la Luna: China, Estados Unidos y Rusia. Ahora, la India ha llegado para quedarse, convirtiéndose en el cuarto país en alunizar y el primero en hacerlo en el hemisferio sur del astro. El evento sin precedentes es un parteaguas para otros países cuya infraestructura espacial no es tan fastuosa como la de la NASA o la de Roscosmos.
Mientras a principios de año se discutía la posibilidad de una disputa entre Estados Unidos y China, nuevas banderas traspasan la atmósfera terrestre. Asimismo, el logro vino a eclipsar la misión Luna-25, que falló en su alunizaje hacia el polo sur.
A pesar de los claros esfuerzos por enfrentarse tecnológicamente entre naciones, hay personas que consideran que se trata de algo diferente. Cathleen Lewis, curadora de programas espaciales internacionales del Museo Nacional del Aire y del Espacio del Smithsonian es una de ellas.
«En mi opinión, esto no es una nueva carrera,» dice. «Si quieres utilizar eventos históricos, esto se parece más a una fiebre del oro».
¿Por qué correr hacia la Luna?
Que la Luna sea la protagonista de una nueva carrera espacial no es azaroso. La doctora Lewis habla de una «fiebre del oro» porque en 2018, los científicos lograron identificar partículas de hielo en el polo sur de nuestro satélite. La carrera es, más bien, por llegar primero al agua extraterrestre.
No es ningún secreto que el agua de nuestro planeta se está acabando y ésta podría ser la solución perfecta para extraer agua fuera del planeta. Sin embargo las consecuencias que conllevará están por verse, pues en nuestro planeta la extracción de agua ha inclinado su eje irremediablemente.
La apuesta está en usar el agua lunar para crear combustible de naves espaciales, e incluso, quedarse en la Luna. Lewis agrega que es un futuro no tan cercano pero que está en camino.
«Las agencias espaciales todavía no han resuelto del todo cómo van a utilizar este hielo o para qué tecnología, con qué propósito,» menciona. «Pero todos quieren llegar allí porque ahora sabemos que hay hielo que se puede encontrar.»
La nueva carrera espacial
Además, esta nueva competencia internacional pone en juego la soberanía y la independencia económica de los países, ya que mientras grandes potencias como China y Estados Unidos tienen infraestructuras tecnológicas millonarias, otros países no cuentan si quiera con programas espaciales.
«Esto es parte de estar en un mundo que atraviesa una era espacial tardía, donde estos programas ya no son opcionales, ya no son juegos improvisados, es una lucha por ver quién es el primero,» asegura Lewis. «Estos son programas esenciales para la existencia en el siglo XXI.»
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